Una
nación consciente de sus problemas nacionales no puede confiar la solución a
los mismos a un presidente corrupto, mentiroso, faccioso e ignorante y no debe
tener como dramaturgos a escritores vulgares que recrean lo superficial y aparente
ni tener por artistas excelsos a quienes
usan la bobería básica, simplona y repetitiva para moldear un tipo de humano decadente,
conformista, limitado. Este entretenimiento decadente debería estar prohibido
para los menores de edad a efecto de no tener una formación torcida por modelos
vulgares, nocivos y serviles al sistema político y económico.
El
pueblo mexicano, es, reconocido en el extranjero por estos dos males afines,
mal gobierno y artistas decadentes, que han sido encaramados por una Televisora
que tiene a la vida misma como un producto mercantil. Vida o producto mercantil
que solo sirve para acrecentar su poder económico pero, necesariamente
perjudicial para la vida porque la circunda de altas murallas de mediocridad,
de vulgaridad, de decadencia erigidas por vetas interminables de remedos de
artistas engreídos. Tan pagados de sí mismos que pretenden haber superado todo
modelo de histrionismo y se declaran la medida de este arte. Que la mediocridad
existe por doquier, sin duda, pero, no debe estar como base de un Proyecto de Nación
como hoy se pretende.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario