Una
reforma educativa que sea en verdad buena, debe tener como fin el saber. Si la educación
se inicia a los tres años, siguen seis de educación primaria, tres más de
secundaria, dos más de bachillerato o preparatoria y cuatro o cinco de Universidad
da dieciocho o diecinueve años de educación y que a la hora de querer practicar
la profesión una persona; por ejemplo, en leyes, no sepa siquiera escribir
doscientas palabras, es un fracaso total del sistema educativo que incluye a las
autoridades y, a la familia.
Es
penoso ver jóvenes profesionistas que, van muy ufanos a la práctica real de la profesión
que se quiera y simple y sencillamente estén tan mal educados en lo académico. Otro
ejemplo, en filosofía es casi imposible ganarle un dialogo de las historias de
la materia a un licenciado, pero es incapaz de crear ideas, teorías sobre su
realidad y se limita a repetir lo mal aprendido. De obras publicadas, ni se
diga, pocos muy pocos publican y los que lo hacen, generalmente, son comentarios
sobre algún pesador; obras originales, no. Eso sin importar si se es
licenciado, maestro o doctor.
El
pueblo mexicano no podrá salir de su postración porque no hay profesionistas
que, propongan modelos políticos, modelos económicos, sociales, artísticos y de
los rubros fundamentales. En lo político se deja a los políticos que hagan su voluntad,
pero con todas las limitaciones ya conocidas. Los políticos necesitan que otros
piensen para que se empapen del conocimiento. Véase la historia y se verá inmediatamente
que los políticos son lerdos, incapaces de inventar un modelo de régimen, de
Estado y cuando lo hacen por si mismos, lo hacen mal.
Que
decir, de un modelo económico, en general, se le impone al Estado mexicano el
que conviene a los extranjeros, pero no al pueblo mexicano. Aunque sean
educados en México los economistas mexicanos son adictos a adoptar modelos económicos
creados en el extranjero, son incapaces de crear uno que se ajuste a la
realidad mexicana. Y, esto es así en todos los rubros.
No
basta con que los alumnos cursen diferentes etapas educativas sino se evalúa en
serio su capacidad de entender la realidad, de interpretarla cabalmente y dar
las soluciones posibles y viables. De cada cien abogados un sirve, los demás son
estadística. Se les enseñan las apariencias, pero no el saber. Es ridículo que hagan
fiestas llenas de fotografías en donde parecen con ribete y togas sin importar
lo fundamental, la ciencia. Las Universidades son verdaderas fábricas de desempleados
con una docta ignorancia. Da grima ver cómo avanzan cojeando con poca s
esperanzas de sacarlos de su adolescencia.
Un
buen profesionista, tarda unos diez años de buena y disciplinada practica para llegar
a ser un caso afortunado de pericia. ¿Qué despacho, consultorio o empresa estará
dispuesta a gastar o invertir en una multitud de bisoños profesionistas sin que
tengan retribución?. El sistema educativo mexicano es un fracaso, no importa lo
que digan los rectores o la Secretaria de Educación Publica. Basta con ir a la realidad para que todos
queden refutados.
No
es raro ver a jueces, magistrados o Ministros lerdos hasta la médula. De común se
cree que estos funcionarios que imparten justicia son lumbreras, pero basta con
tratar de dialogar con ellos para darse cuenta que se está ante una clase
cerrada, llena de nepotismo, pero lo más grave, de ignorantes creídos. Si se
supiera cómo funciona el órgano judicial, en general, se estaría ante una conmoción
general.
El
sistema educativo mexicano está igual de corrompido que los demás rubros y lo
fundamental ausente del conocimiento teórico y practico. Todo es simular.
Reformas educativas van y vienen y en todas lo que menos importa es el
verdadero saber. Lo que importa son las prestaciones gremiales, los números de
la Secretaria de Educación Pública y de la educación privada, el orgullo de los
padres y de los hijos por haber sorteado obstáculos imaginarios durante un maratón
de dieciocho años y con la creencia falsa de estar cumpliendo con un deber.
Pongo de muestra a los políticos. Sirven para espectáculo público como políticos
son muy buenos bravucones, payasos y zánganos del pueblo.