Felipe
Calderón no se ofendió por todos los epítetos que el pueblo mexicano le endilgó
como ratero, corrupto, asesino entre otros pero se ofendió hasta la médula
cuando Gerardo Fernández Noroña lo llamó borracho, hizo un berrinche nacional y
desató una represión sorda contra todos los más sobresalientes denunciantes de
esta su cualidad personal (Quiso que despidieran de MVS a Carmen Aristegui). De
la misma manera, Enrique Peña Nieto no se ha dolido por tantos muertos y no se
ha ofendido por que lo han llamado corrupto, imbécil, torpe, traidor a la
patria entre otros calificativos pero se ofendió enormemente cuando Aristegui,
entre otros cuestionaron el origen y costo de la llamada "Casa
Blanca", y ha desatado toda una ola de represión; su enojo mal disimulado
no se apaga y ha llegado hasta la venganza y la barbarie.
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