El discurso dado
por Enrique Peña Nieto, el veintisiete de noviembre de d os mil catorce, puede
dividirse en tres partes: A), el Proemio que incluye la entonación del himno
nacional (El nacionalismo como fachada) y la bienvenida a sus invitados. B). un
diagnóstico de lo que en su percepción está mal en México y C). el remedio a
los males.
A). La parte inicial
es la reunión de todos los gobernantes y clase política al llamado del
principal responsable de la política y seguridad interior del Estado mexicano:
el presidente.
B). La parte del
diagnóstico es, innecesaria ya que, en general, todos los mexicanos saben cuáles
son los males que los aquejan; sin embargo, en la percepción de Peña Nieto
todos son culpables menos el.
C). La parte resolutiva,
no le va bien a los mexicanos ya que en lo político, se trata de imponer al órgano
Ejecutivo, es decir al presidente de la República como el mandamás para
disolver Ayuntamientos y tener el control de la seguridad pública, esto es un
Nuevo Presidencialismo, que sigue la línea anterior. Los dos restantes órganos el
Legislativo y el Judicial a las órdenes del presidente de la República.
En lo económico anuncio
la creación de zonas privilegiadas que tendrán regímenes especiales con
privilegios a los inversionistas y patrones, eso es dar de comer a los
hambrientos pero hasta allí, no hablo de educación, de seguridad social y todos
aquellos rubros necesarios para el sano desarrollo del pueblo.
Esto no solo es
insuficiente sino que, fue una forma maquillada de aplicar más hondamente el Neoliberalismo.
Y, este sistema económico no le interesa la seguridad pública del pueblo, la educación
de la juventud, la ecología, la nutrición o cualquier otro elemento que en
verdad lleve a los mexicanos a salir de la pobreza extrema. Por el contrario la
pobreza se ahondará porque ese es el efecto de aplicar el Neoliberalismo sin
reforma política de los órganos, instituciones y demás organismos del gobierno
mexicano y a saber son: El Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial que gozan de
cabal impunidad y de una estabilidad económica sin para en el mundo.
En el ámbito legislativo
es vergonzoso que Peña Nieto, se asuma como el gran legislador. La existencia
del Congreso General quedo evidenciada, no hay iniciativas estructurales que
los legisladores federales hayan propuesto en el pasado inmediato y en
respuesta a la crisis política y sus derivados el Congreso General quedó como
mero mirón, como un comparsa y patiño del presidente. El ejecutivo enviará
todas las iniciativas anunciadas y el Congreso General las aprobará en medio de
una simulación republicana sin importar que se grite hasta el cansancio la
pluralidad partidaria, esta no sirve. Del órgano judicial ya ni hablar son la justificación
legal de la corrupción.
En resumen, Peña
Nieto se quiere erigir en el nuevo líder del Priato en su segunda versión,
quiere facultades constitucionales para disolver Ayuntamientos y va a imponer
como medicina a la pobreza, marginación más Neoliberalismo con un autoritarismo
más profundo.
El combate a la corrupción
es una simulación ya que la corrupción empieza con Enrique Peña Nieto y se
extiende a su gabinete, allegados, empresas trasnacionales, su círculo íntimo y
todos los arribistas, pillos y picaros. Con el autoritarismo solo se combaten
los efectos y no las causas.
Peña Nieto dejó
la reforma política en el olvido y con ello su decálogo anunciado ya se puede
considerar un ato de promesas sin cumplir. Ante la gravedad del asunto retórica
hueca. No se ha visto que ningún sector
se entusiasme ante su discurso y solo causo risas y ridículos, ello lleva a
colegir que le falta no solo legalidad sino legitimidad al presidente. Por lo común
los presidentes carentes de legitimidad se legitimaban con acciones
contundentes a principios de sus administraciones, a Peña Nieto ya se le paso la
hora.
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