Los
más de setenta años de Priato fueron definidos por Mario Vargas Llosa como una
Dictadura Perfecta, El Partido Revolucionario Institucional tiene incubada la contradicción
en el nombre ¿Cómo se puede ser revolucionario y a la vez institucional?, es
evidente que el nombre del partido oficial se usos para fines de control social. Se agrupo en tres
grandes sectores a la sociedad mexicana: el obrero, el campesino y el popular con
sus correspondientes organismos de control simulando objetivos populares y
nacionales como la CTM (Confederación de Trabajadores de México), la CROC (Confederación
Revolucionaria de Obreros y Campesinos), y la CNC (Confederación Nacional
Campesina) que en una estructura piramidal decidían candidatos y aceptaban los
designados por el presidente de México y fuera de ello solo existía el abismo
de la marginación, el asesinato, la injuria y el olvido.
El
Partido Revolucionario Institucional llegó, así a tener el control de la nación
mexicana casi de manera absoluta, se adelantó a Benito Mussolini y a Hitler, el
primero en Italia y el segundo a Alemania. Claro está que existen diferencias
entre el Priato y el fascismo de los dos últimos pero solo secundarias porque
en fin es el mismo: la permanencia en el poder de manera indiscutible y los
disidentes solo tenían el camino de las armas y el panteón posterior o el panteón
inmediato y en muchos casos las fosas clandestinas, y un sin número de
desapariciones forzadas y tormentos inimaginables.
Con
la disidencia de priistas se abrió el camino a la pluralidad (El Partido Acción
Nacional no cuenta como pluralidad para efectos democráticos); el pueblo creyó
ingenuamente que con la creación de diversos partidos políticos la democracia llegaría
y resulto que, se pasó de una Dictadura Perfecta a una Dictadura de Partidos Políticos.
No importa cuánto aprecie el pueblo que los partidos políticos batallan, se
insultan y se descalifican. La única idea que tienen es vivir del presupuesto y
participar en el negocio que estaba vedado y que, con la implantación del
Neoliberalismo se abrió a gobernantes, políticos y grandes trasnacionales: la privatización
de lo público.
Los
gobernantes en conjunción con los presidentes de los partidos lograron con el
Pacto por México, afianzar su control del pueblo y justificar el saqueo, contaminación,
rapiña de lo público y el empobrecimiento del pueblo. Enrique Peña Nieto junto
con todo su gabinete con el aval del Partido Acción Nacional (Adictos a lo
privado sin ton ni son), y el Partido de la Revolución Democrática han logrado
el control de todas los organismos e instituciones y sirven como una organización
gerencial piramidal que se encargada de velar por los intereses de las grandes
trasnacionales sin importarles la suerte del pueblo que ellos mismos han delineado:
pobreza, marginación, injusticia, muerte, desapariciones forzadas sin fin.
No es, casual que sean tan efectivos privatizando y tan ineficaces en dar una sola solución a los
problemas nacionales o puntuales pero importantes como lo son los casos de
Tlatlaya, México e Iguala, Guerrero. Los ya mencionados han concertado el
sometimiento del pueblo de México a través del control de los órganos Legislativo,
Ejecutivo y Judicial y de todos los organismos e instituciones que conforman el
gobierno mexicano en sus tres niveles. De ello deriva la corrupción y la
impunidad institucionalizada.
Contra
esto de be actuar el pueblo de México, la democracia consiste en que sean las mayorías
sin el atropello de las minorías, las que manden bajo el marco Constitucional y
de sus leyes secundarias que, sujeten a
los individuos, comenzando por gobernantes, políticos y grandes trasnacionales
al imperio de la Ley y de allí a todos los individuos que conforman la nación mexicana.
Trabajo que se ve casi imposible a simple vista pero que no lo es, si el pueblo
organizado lo concibe, lo realiza y lo mantiene bajo estricta vigilancia. No se
debe olvidar la característica principal y general de los políticos: la ambición
desmedida.
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