Es
de lo más común, que quienes tienen o los ponen en el poder, tengan la enferma
necesidad de adulación y que existan aduladores desvergonzados que solo buscan
una migaja de aprobación. Enrique Peña Nieto con su natural ignorancia, lleno
de vanidad necesita de los aduladores y estos solícitos le llaman pomposamente “Señor
presidente” como si con esto pudieran elevarlo a las alturas de un estadista.
Los
aduladores de Alejandro Magno la querían hacer creer que era hijo de Júpiter y
por tanto divino. Al ser herido y ver correr su propia sangre dijo “¿Qué me
dicen?, ¿no es sangre roja y bien humana?. Claro Alejandro Magno había sido
educado por Aristóteles y no era un sandio.
Peña
Nieto ignora y nunca lo sabrá que “A quien de por si es mal nacido, ni aun el
imperio del mundo le podrá enderezar. Y suponiendo “Que las doncellas se lo disputen;
que a cada pisada suya nazcan rosas[i]”.
“¿De
qué le sirve si es un alma tosca y estúpida?. Incluso la voluptuosidad y la
dicha no se sienten más que teniendo vigor y espíritu”[ii].
Es
evidente que Peña Nieto solo puede envilecer al gobierno que le pusieron en sus
insanas manos y traer males para el pueblo mexicano sin esperanza de cura o
mejora alguna.
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