Es
imposible tener una buena relación matrimonial o de concubinato cuando las
exigencias laborales, económicas y sociales están por encima de los intereses
de la familia. Si a esto se le suma el interés egoísta y personal de cada individuo
de realizarse en lo material de manera personalísima y, a como dé lugar, se tendrá
el ser humano tipo de la Híper modernidad, lleno de paradojas, solitario, de
vida virtual, lleno de apariencias y frustrado pero, con la zanahoria siempre
brillando en su horizonte, sirviendo de fin y catapulta a la vez. Esto nos
lleva al reino de lo efímero y como tal, lo son las relaciones humanas. La
infidelidad se inscribe en lo efímero y es de risa loca que uno y otro género
se atribuyan ser más infieles como si para ello se hicieran grandes viajes de
masas hacia el extranjero para cumplir tal hecho. La infidelidad de un género está
en la misma proporción del otro. Mas no debe haber miedo ni temor, las cosas así
son. ¿Qué hacer?, vivir a lo Tucídides mientras todo se derrumba, tener
frialdad.
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