El
fin primero y último del Neoliberalismo es explotar a la máxima velocidad toda
la naturaleza, toda la flora y fauna, minería y agua y se les antoja la Luna y el Sol, Plutón y Marte y prestar todos
los servicios y bienes de ínfima calidad a precio de oro. Para que esto sea
posible, es menestern que se privatice todo lo público sin miramientos. Por ello, si el gobierno
jura y perjura que no se privatizará tal o cual servicio se debe de tener de
antemano como una mentira vil. En consecuencia, si hay ciudadanos que, crean
que no se va a privatizar el suelo que pisan y las montañas que ven a los
lejos, así como la enseñanza del alfabeto y la siembra y venta de granos, se
les debe tener por ingenuos.
Se
necesita perversidad para mentir vilmente y total ignorancia para creer en
milagros inesperados. Para que un organismo o un sistema llegue a su pleno
desarrollo, a su fase última y empiece su decadencia, se necesita que madure al
máximo. El liberalismo necesita ese último paso y eso se llama Neoliberalismo.
En muchos Estados nacionales el Neoliberalismo ha transitado con éxito parcial,
porque digámoslo sin tapujos, el éxito de la privatización es solo en beneficio
de algunos y en detrimento de las mayorías; bien, lo que se espera a lo menos
de los mexicanos es que, enfrentemos el reto con fuerza, conscientes del
momento histórico e histérico. Lo subrayo para que no quede duda. Sabemos la naturaleza
del Neoliberalismo y sus fines.
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