Nos
asustan con facilidad algunos temas considerados “tabúes”, tales como el sexo,
las drogas, la religión entre otros temas. ¿Por qué?, tal vez la respuesta este
en la incubación larga en la psiquis colectiva. Los creadores de la opinión pública
son los más inteligentes. Las opiniones generales fueron particulares. También
los medios de comunicación replican una línea que se vuelve opinión pública.
Nos
horroriza ver a las personas introducirse en sus organismos toda clase de
drogas consideradas ilegales y allí, está la clave de esta horrible sinfonía. ¿Quién
o quienes consideran legal o ilegales las conductas humanas?, los gobiernos y,
no siempre los gobiernos propios por si, sino los gobiernos extranjeros por
pura conveniencia. Bien, no entremos en detalles. No hay intención.
Lo
que me sorprende son las conductas inducidas y que, a mi parecer son tan
absurdas como estar en trance impulsados por la publicidad efectiva. Los
rostros se transfiguran, se pierde el decoro, la amabilidad en un mercado de
locos y locura. ¿Qué tiene de sano acudir un determinado día, por otros, a
comprar bajo el influjo de un frenesí imparable, cosas que seguramente no se
necesitan?.
Cuando
una persona bajo los influjos del alcohol o de otros estimulantes tiene
conductas anormales, lo entiendo. Sin embargo, la compra compulsiva por
personas consideradas normales no las entiendo sin la manipulación mental. El
que es esclavizado de manera corporal puede ser libre en su pensamiento pero
quien lo es de pensamiento lo es también de cuerpo.
Es
un espectáculo triste o un triste espectáculo ver a millones de personas
lanzarse con los rostros desencajados, pasando por sobre los demás para ir a
encadenarse a treinta meses sin intereses por un instrumento que servirá para
volver más imbéciles a los consumidores. Eso debería impedirse, por atentar contra
la salud colectiva, la economía familiar, la democracia, la justicia, la
dignidad humana y la vida misma. Con todo, eso es legal. Las grandes
trasnacionales y los gobiernos así lo han determinado y Usted, querido
ciudadano ha sido convertido, de ciudadano en consumidor. De vez en vez los
dueños del gran capital y los gobiernos encienden los interruptores para
satisfacer sus negros deseos de poder. El Buen Fin, solo lo es, para las
grandes empresas. Manejar marionetas es el más extraño de los juegos actuales. Un
buen logo puede ser todo lo que se necesite.
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