Vivir
plenamente, es, vivir en la incertidumbre constante y, saber superar esa
incertidumbre de manera constante y, de forma fuerte y alegre. Sin ello, la
vida se vuelve una paz aparente, una monotonía mortal. Pues quien no siente la incertidumbre no
busca orientarse en este océano proceloso de la vida.
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