EL ORGULLO
Muchos
de nuestros males provienen de interpretar mal nuestros sentimientos, de
centrarlos en el orgullo. Pocas cosas merecen estar inmersas en el orgullo. Quizá
los padres, la familia en general, los amigos y los valores valgan la pena del
orgullo con sus excepciones, lo demás es una patraña y hasta estupidez. Claro,
no se debe confundir el orgullo con el cinismo. La riqueza de la vida es más
dulce sin el orgullo mal entendido. No cualquier cosa nos debe ofender. En eso
consiste el buen gusto. Hay que dejar pasar las cosas, mientras más difíciles sentimentalmente,
mejor, Hay que concentrase en construir nuestra vida. Nos es dado sin terminar,
inconclusa y hasta defectuosa. “Tú, a lo tuyo”, diría el gran Alfonso Reyes”.
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