Al
Capitalismo lo era menester que los siervos salieran de la tutela de los
señores feudales-. La libertad había llegado a las masas para iniciar un largo
camino que toma su segunda navegación que se inicia como ya se dijo. En México
esta segunda parte de la aventura se inicia con dos grandes desventajas. El
modelo Neoliberal es el mismo con variantes en cada Estado que ha adoptado este
sistema económico o que se lo han impuesto. Para que el Neoliberalismo tenga éxito
(con todas sus crudezas), es menester que se tengan todas las condiciones
humanas (seres libres plenamente), el marco jurídico y el político sujetos al
escrutinio y a las sanciones correlativas.
El
Neoliberalismo hace su segunda maniobra para su propia subsistencia. Si todo
debe estar sujeto al dinamismo de la súper producción y del híper consumo, se
debe tener a los seres humanos libres en todos los sentidos o podríamos decir,
solos, híper individualizados para que, con su mismo esfuerzo logren todos los
medios satisfactores de sus vidas. El Estado asistencialista, paternalista debe
desaparecer hasta hacerse solo un equipo administrador del gobierno sin injerencia
en la economía. Los programas destinados a resolver la pobreza deben
desaparecer así como los subsidios y las pocas empresas nacionales
privatizadas. Sin ello, el Neoliberalismo no podría operar en toda su amplitud
y en total libertad.
Esas
son las reformas estructurales que se han implementado en México con sus fines
bien delineados, bien perfilados. Por el momento no hay forma de esquivar su
plena vigencia. Se podrá trabajar para cambiar el rumbo económico pero no
variarlo a corto plazo.
Ahora
bien, dos son los grandes obstáculos que enfrenta el modelo Neoliberal. Por una
parte no se hizo la reforma política correspondiente. El viejo sistema político
goza de cabal salud. La diversidad de partidos no logró siquiera disminuir la corrupción
sino esparcirla en todas direcciones, permeando en las diversas capas sociales.
Aquí ha fracasado no solo la clase política sino la sociedad civil que tampoco
ha sabido como sanear la política. Un sistema de poder que no logre encausar a
sus políticos hacia una práctica libre del binomio corrupción/impunidad no
puede menos que ser un obstáculo que nunca deje operar plenamente al
Neoliberalismo. Y, al parecer este problema, por lo menos en este sexenio, será
insuperable.
Por
el otro lado, se tiene un sistema jurídico que está casi exclusivamente
encaminado para aplicarse a los pobres pero nunca a los ricos y políticos. Un
marco legal que tuviera un fin justo haría que las violaciones a la ley civil
fueran corregidas y que el rubro penal mantuviera a raya a los delincuentes de
la clase social que fuera, sin dejar de incluir a políticos. Esto es un problema
de primera índole. La justicia en México es selectiva y con ello se da libre
paso para el desorden.
Si
se piensa que con solo implementar reformas económicas el sistema en su
conjunto: social, político, artístico, científico, cultural y todo lo que esto
involucra, funcionara se está ante el auto engaño. Los dos rubros ya señalados:
sistema político y jurídico son dos grandes frenos que evitaran la creación de riqueza
y de desempeño de los seres humanos híper individualizados, serán nulidad.
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