domingo, 15 de noviembre de 2015

LA CUADRATURA DEL CÍRCULO



El ser humano ha sido definido de diversas formas, desde diferentes perspectivas, tomando las notas que se han creído más importantes de resaltar. Homo sapiens (Hombre pensante), zoon politikon (hombre político), homo faber (hombre que hace), homo sacer (hombre sagrado), racional, cuando no, un pecador, un ángel caído.

El ser humano debe y puede adoptar una posición ante la vida. No tiene de otra. Tiene que buscarse y encontrarse so pena de vivir sin sentido. Ya veremos lo que encuentre Para vivir es menester que haga uso de su intelecto, de su fuerza física y toda su voluntad. Tiene que bracear incansablemente, en un mar proceloso, invadido por los otros. Esos otros que persiguen los mismos fines: hacer la vida en brutal competencia.

La condición humana es compleja y contradictoria. Miles de años han debido pasar para delinear al ser humano actual en sociedad. Hay más tiempo de estado de naturaleza del ser humano que civilización. El paso del estado de naturaleza (la ley del más fuerte), a la civilización (el imperio de la ley positiva), ha sido celebrado con gran trompetería, aunque algunos sientan a la vez nostalgia como Juan Jacobo Rousseau. Todo el Iluminismo rinde pleitesía a la razón, al saber “Sapere aude”, (Atrévete a saber), es su heraldo simbólico. Es la sinfonía del triunfo de la razón contra la barbarie (Gasset).

El Estado no ha hecho olvidar al ser humano en su estado de naturaleza, quizá porque el gobierno se ha vuelto bárbaro, violento bajo el encubrimiento del uso legal y legítimo de la violencia. Con todo, es suficiente que por un momento el ser humano tenga una explosión para que lo veamos en toda su secreta intimidad y, tal como dice Arturo Schopenhauer, retrocedamos horrorizados ante el espectáculo de transfiguración. Una visión del monstruo que subyace en el ser humano nos la da Clive Baker, al contestar la pregunta del por qué de sus temas, palabras más palabras menos dice que no hay peores monstruos que, con nos casamos, quienes nos engendran o engendramos. Esto consta de dos planos, el de convivencia íntima y el psicológico.

Encerrados en un mundo al estilo de Franz Kafka, donde no hay salida ni redención posible. El señor K muere sin saber la razón pero sintiendo la sinrazón, padeciéndola.  Quizá sea esa extraña condición olvidada sobre la que flota el ser humano: un inexorable vacío. Aquellos que se han atrevido a investigar tras bambalinas, han visto el abismo insondable que se le ofrece a la vida. No hay Dios alguno que pueda redimir al ser humano. No hay algo que le dé sentido a la vida sino solo la locura (E. de Rotterdam), o de plano la desesperación en todas sus modalidades, invadiendo el ser total del humano, tal y como lo predica S. Kierkegaard. Comparece la actitud serena de la mayoría de los restantes animales con el ser humano y se verá un enorme abismo.

A pesar de todo, el ser humano tiene que vivir porque quiere ser y no quiere su desaparición. Tiene que seguir braceando entre el abismo para no caer en la aniquilación total y para siempre. Sin embargo, la mayoría ignora esto; vive sobre una superficie iluminada por la civilización que le proporciona lo básico pero le oculta la verdad de la precariedad de la vida. Bajo esta ilusión se evita pensar y sufrir, porque pensar inevitablemente nos lleva al sufrir, a la desesperación, al nihilismo pasivo o activo (Nietzsche).

Ahora bien, el ser humano tiene que seguir viviendo y corrigiendo en la medida de lo posible su condición humana hacia la grandeza, este y no otro es el sentido que tiene el súper hombre. Adquiere sentido la propuesta porque para dar sentido a la vida se necesita de todo valor, de toda inteligencia, de toda astucia y de un nihilismo (por el momento), activo. No se puede esperar un ser racional completo que actué en consecuencia, ni solo un ser que fabrique, o que haga política o se levante de su lecho de pecados. La vida del ser humano es contradictoria. Allí donde alcanza un triunfo se eleva una y otra vez su condición contradictoria, amenazándolo con derribar todo lo construido, con prodigar al vacío todo lo alcanzado.

No hay cosa o seres más peligrosos para el ser humano que el humano mismo. Una moneda tan falsa camina sobre la tierra, prometiendo una buena vida mientras tras bambalinas prepara el golpe certero de la traición. Por ello a Nietzsche, aunque veía toda la debilidad, toda la traición en el ser humano se le hacia el mas interesante. Y, francamente lo es. Dudo mucho que en algún momento se encuentre al ser humano determinado por sus solas fuerzas, tendrá que llegar una nueva ciencia y una nueva tecnología para por darle prudencia, templanza y quizá con ello pierda interés. Por lo pronto, se tiene que seguir viviendo con un ser contradictorio y no lo esperemos de otra forma; no es una piedra, un árbol o un tigre ni se le puede etiquetar de otra manera sino como una permanente contradicción. Buscar el ser humano ideal es buscar una bella ilusión, indagar lo humano es tanto como buscar la cuadratura al círculo, no obstante se debe reconocer que es esta condición humana la que lo lanza a vivir, a buscar un ápice de perfección.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario