Lo
cotidiano nos es tan familiar, que se da por sabido y por archisabido que nos
parece increíble que se nos descubran los velos de la realidad tras las
apariencias. Tomamos por locos a los que se sorprenden de la realidad inmediata
y más si investigan más allá de la naturaleza inmediata, es decir, la metafísica.
Esos ya están chiflados y, sin embargo, viven otra realidad más profunda, más
rica y más amplia.
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