La
vida es dura, difícil y peligrosa. Saber cómo vivir no es cosa sencilla. Durante
toda la historia se ha vivido por los mitos, la teología, la ciencia, la tecnología
o cualquier otro rubro menos por la vida misma. Se creía que se había superado
la Edad Media con todos sus defectos y que, con la ciencia y la tecnología se superarían
todos los dogmas. Error. A lo menos en
esa época la salvación del alma (un mito), tenía preponderancia en lo material,
en lo económico. No se podía concebir siquiera el préstamo con interés. La ética
lo prohibía. Con la llegada del Renacimiento y la obra de Nicolás Maquiavelo la
ética y la política se separan, teóricamente y en los hechos.
Hoy
lo económico se ha encaramado y colocado en el centro de gravedad de la vida. Todo
tiene tintes monetarios, materiales. La vida entera está encabezada a conseguir
dinero sin importar los medios ni preocuparse y ocuparse de la cultura, la
ciencia y la tecnología. Un puñado de personas dirige el destino de las masas.
Los
síntomas de la decadencia estúpida lo son el Black Friday (viernes negro), en
los Estado Unidos de Norteamérica y el “Buen Fin” en los Estados Unidos Mexicanos,
ambos, Malos Fines. Los únicos ganadores son las grandes trasnacionales.
Pleitos verbales, peleas y agresiones físicas y compras irracionales son el
sello de estas ventas bien planeadas. Amos moviendo a las marionetas a todo
placer.
Las
reformas estructurales fueron los clavos que apuntalaron lo económico sobre el más
radical de los entes metafísicos existentes: la vida. En busca del sentido de
la vida y la vida misma, los seres humanos nos extraviamos y nos fuimos por la
senda más insensata, lo material por lo material. No podemos vivir fuera de la
realidad pero no por la pura realidad. José Ortega y Gasset solicitaba que se
superara el materialismo en todas sus variantes y el idealismo en todas sus
vertientes. Superar esta manquedad de la realidad es ver la unidad de la vida, razón
y vitalidad.
Al
parecer no hemos caído en cuenta que, en el fondo de la disputa entre lo público
o lo privado es el sentido de y la vida misma. Hoy los seres humanos valen
menos que en el pasado mediato. Elegir el sentido de la vida misma y construir
la vida misma es una prioridad no sentida, no buscada sino olvidada, relegada a
la oscuridad insana.
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