domingo, 17 de marzo de 2013

LIBERTAD A LA MEXICANA



En México el concepto libertad, aunque está plasmado en la Sagrada Constitución, en la realidad es un lema ridículo y peligroso. En lo político la libertad consiste en el voto torcido por la compra de voluntades; en la educación consiste en recibir la tontería y la fábula en especie de duro y desabrido alimento que hay que masticar día y noche; en seguridad pública la libertad se reduce a la suerte de no recibir una bala de cualquiera de las partes en pugna por la supremacía entre “buenos” y “malos”; en cuestión religiosa la libertad es cosa de creer cuentos infantiles por un lado y recibir delitos de toda clase en rígido estoicismo; en lo económico, la libertad es una maravilla sin par de recibir un sueldo que permita al gran empresario trasquilar la ganancia al trabajador, que este mantenga a su familia. A este sistema laboral grandilocuentemente lo han llamado “competitividad”. Esto permite al gobierno ofrecer como remedio pomposo un programa contra el hambre que mantendrá a los pasivos destinatarios más sujetos a la espantosa caridad.

En fin, México es un Estado donde se premian las fechorías de los políticos, ricos y toda clase de granujas que han patentado el descarado lema: “Quien no tranza, no avanza”. Allá van los políticos y comerciantes encabezando la procesión de pillos en pos del progreso, la libertad, el bien común, la democracia mientras empuñan y acarician el cuchillo, la pistola, el engaño, la traición, la corrupción y toda la gama de malas artes bien conocidas y mejor aplicadas, con la fe en el triunfo de sus torvos planes. Solo los inocentes optimistas cantan himnos a la libertad y a la felicidad mientras padecen silenciosamente la realidad.

Siendo el pueblo mexicano, en general, un pueblo que se alimenta de esperanzas, cada sexenio se le receta por todos los medios planes que hagan huir de su cabeza todas las lamentables impresiones de la realidad que la administración pasada les dejó y se crean nuevas impresiones de esperanzas para su gobernabilidad. En México no se gobierna a través de la buena administración de lo público sino a través del engaño, la farsa y el garrote. Y por muy fabuloso que pudiera parecer a los extranjeros así es y lo más maravillosos es que el Estado funciona y la nación subsiste. Claro como medianía tendiente a la mediocridad. Que espantoso y desastroso Estado es este. Todo clama un cambio en sentido contrario. 


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