La
religión católica no tiene par en su dogmatismo y en su desprecio hacia las
mujeres. Esta tradición tiene sus bases en la engañifa de que Cristo escogió
entre varones y no entre mujeres la práctica y el poder del sacerdocio en todos
sus niveles solo a varones. Por ello dejó de manera exclusiva a los hombres esta
tradición que se ha vuelto dogma para mantener a las mujeres fuera del poder
sacerdotal. Es decir, que los dueños del negocio teológico no quieren
competencia femenina. No solo es la competencia en el ejercicio del sacerdocio.
Se puede derivar que la mujer dejaría de ser una simple sirvienta pasiva de los
ritos religiosos y pasaría a ser una parte activa y transformadora que cambiaría
los dogmas y tradiciones absurdas.
La
mujer se liberaría del servilismo al que ha estado sujeta durante más de dos
mil años. Esa libertad seria el acabose del poder varonil en la iglesia católica
y las demás. La mujer es el instrumento a través del cual se inculca a los
menores de edad la religión y es la que sostiene esa misma fe durante toda su
vida por medio de la práctica y la inculcación moral de los valores que la
iglesia quiere mantener vigentes. La mujer libre es el peligro más temido por
toda institución dominada por el hombre.
Allí
donde la mujer es servil se mantiene la supremacía del hombre sobre la sociedad
y la jerarquización rígida de la sociedad. Si el hombre es por delegación divina
el elegido para llevar el liderazgo de la práctica religiosa no se debe
cuestionar la injusticia, el servilismo, la discriminación y todo lo que ello
conlleva. Es falso que la mujer no sea adecuada para ejercer el sacerdocio por
ser impura. Ese dogma es despreciable. ¿Cómo aceptar que mi madre, mis hermanas,
hijas y todas las mujeres estén manchadas por el pecado?. Por lo menos el
hombre estaría manchado por el mal que ha desplegado en toda la historia de la
humanidad.
Por
otro lado, la menstruación es una cosa natural que ha sido ligada al pecado
para someter a la mujer, inculcándole un sentimiento de inferioridad. A partir
de este sentimiento de inferioridad se sigue la sujeción corporal en todos sus ámbitos. Se le ha inculcado a la mujer que desear lo
prohibido por Dios es un pecado capital por ir en contra de sus designios. Engañar
a la mujer con fabulas y cuentos torcidos ha sido el método preferido en la fe católica
para mantenerla en su estado de inferioridad.
Son tan despreciables estas ideas que me asombra que se sigan creyendo de
manera acrítica por las mujeres. ¿No ven en ello la fuente de sus males?.
Las
mujeres en el ejercicio del sacerdocio traerían la suavización de la práctica
religiosa, extenderían la solidaridad y la aplicación de las riquezas hacia los
menesterosos, pobres, enfermos, ancianos, niños y en general a los necesitados.
Es decir, que acabarían con las riquezas amasadas durante siglos por los líderes
religiosos. De seguir con esta monstruosidad la humanidad seguirá en
decadencia.
Solo
la ignorancia total de los fieles seguirá aceptando esta injusticia basada en
absurdos intereses comerciales. En Europa la religión gradualmente pierde
seguidores fieles. Juan Pablo II vio esto y supo que no había forma de dar
marcha atrás esta pérdida de fe. En 1979 estando en México el Papa emitió su
famosa frase “México siempre fiel”, se vio a la nación mexicana como cabeza de
una nueva evangelización que se extendería hacia toda Latinoamérica. La designación
de un Papa latinoamericano tiene como fin explotar la fe a fondo en las
naciones con lenguaje español. No hay cosa alguna que celebrar mientras no se
libere a la mujer de este servilismo creado artificiosamente por el hombre.
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