miércoles, 13 de marzo de 2013

LA MUJER EN EL CRISTIANISMO, UN SERVILISMO IMPUESTO.




La religión católica no tiene par en su dogmatismo y en su desprecio hacia las mujeres. Esta tradición tiene sus bases en la engañifa de que Cristo escogió entre varones y no entre mujeres la práctica y el poder del sacerdocio en todos sus niveles solo a varones. Por ello dejó de manera exclusiva a los hombres esta tradición que se ha vuelto dogma para mantener a las mujeres fuera del poder sacerdotal. Es decir, que los dueños del negocio teológico no quieren competencia femenina. No solo es la competencia en el ejercicio del sacerdocio. Se puede derivar que la mujer dejaría de ser una simple sirvienta pasiva de los ritos religiosos y pasaría a ser una parte activa y transformadora que cambiaría los dogmas y tradiciones absurdas.

La mujer se liberaría del servilismo al que ha estado sujeta durante más de dos mil años. Esa libertad seria el acabose del poder varonil en la iglesia católica y las demás. La mujer es el instrumento a través del cual se inculca a los menores de edad la religión y es la que sostiene esa misma fe durante toda su vida por medio de la práctica y la inculcación moral de los valores que la iglesia quiere mantener vigentes. La mujer libre es el peligro más temido por toda institución dominada por el hombre.

Allí donde la mujer es servil se mantiene la supremacía del hombre sobre la sociedad y la jerarquización rígida de la sociedad. Si el hombre es por delegación divina el elegido para llevar el liderazgo de la práctica religiosa no se debe cuestionar la injusticia, el servilismo, la discriminación y todo lo que ello conlleva. Es falso que la mujer no sea adecuada para ejercer el sacerdocio por ser impura. Ese dogma es despreciable. ¿Cómo aceptar que mi madre, mis hermanas, hijas y todas las mujeres estén manchadas por el pecado?. Por lo menos el hombre estaría manchado por el mal que ha desplegado en toda la historia de la humanidad.

Por otro lado, la menstruación es una cosa natural que ha sido ligada al pecado para someter a la mujer, inculcándole un sentimiento de inferioridad. A partir de este sentimiento de inferioridad se sigue la sujeción corporal en todos sus ámbitos. Se le ha inculcado a la mujer que desear lo prohibido por Dios es un pecado capital por ir en contra de sus designios. Engañar a la mujer con fabulas y cuentos torcidos ha sido el método preferido en la fe católica para mantenerla en su estado de inferioridad. Son tan despreciables estas ideas que me asombra que se sigan creyendo de manera acrítica por las mujeres. ¿No ven en ello la fuente de sus males?.

Las mujeres en el ejercicio del sacerdocio traerían la suavización de la práctica religiosa, extenderían la solidaridad y la aplicación de las riquezas hacia los menesterosos, pobres, enfermos, ancianos, niños y en general a los necesitados. Es decir, que acabarían con las riquezas amasadas durante siglos por los líderes religiosos. De seguir con esta monstruosidad la humanidad seguirá en decadencia.

Solo la ignorancia total de los fieles seguirá aceptando esta injusticia basada en absurdos intereses comerciales. En Europa la religión gradualmente pierde seguidores fieles. Juan Pablo II vio esto y supo que no había forma de dar marcha atrás esta pérdida de fe. En 1979 estando en México el Papa emitió su famosa frase “México siempre fiel”, se vio a la nación mexicana como cabeza de una nueva evangelización que se extendería hacia toda Latinoamérica. La designación de un Papa latinoamericano tiene como fin explotar la fe a fondo en las naciones con lenguaje español. No hay cosa alguna que celebrar mientras no se libere a la mujer de este servilismo creado artificiosamente por el hombre.


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