Si el gobierno de Peña
Nieto tuviera un poco de inteligencia y de valor ya hubieran aceptado el reto
de Trump, sobre el Tratado de Libre Comercio; incluso que haga el gobierno
estadounidense un bloqueo comercial. México por su comercio no es Cuba pero por
sus gobernantes cobardes y entreguistas, México en la política no es Cuba.
Peña Nieto va a la
Casa Blanca a entregarse tal y como lo hizo Julio Cesar ante el rey de Bitinia
pero Peña nieto no es Julio Cesar, es decir, no recobrara un solo ápice de
dignidad que irá a entregar gustosamente, sin ningún pudor. No conoce la
dignidad.
Peña Nieto va a los
Estados Unidos pero si bien formalmente representa al Estado mexicano, la mayoría
de la nación mexicana no va representada legítimamente. El poder, se sabe tiene
dos componentes, la legalidad (el cumplimiento de las leyes electorales), y la
legitimidad (el convencimiento que tienen los ciudadanos de que quien ostenta
el poder lo es por voluntad de la mayoría); en ambos casos Peña Nieto falla, no
representa a los mexicanos.
El Congreso
General, los gobernadores, las instituciones superiores de educación y el
pueblo en general, deberían intervenir para que Peña Nieto no vaya sin un plan
y se entregue en cuerpo y alma en detrimento de la nación mexicana. Esto no es
invento mío. Es conocida la torpeza de Peña Nieto y todo su gabinete. Si el
presidente fuera un perfecto emulo de Benito Juárez o de Lázaro Cárdenas, el
viaje y las intenciones estarían justificadas. Dejar que Peña Nieto tome
decisiones por si junto con su gabinete es la locura extrema.
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