domingo, 29 de enero de 2017

LOS PUEBLOS MÁGICOS EN MÉXICO




Hay que ser extremadamente perversos para decir que, los pueblos donde hay pobreza extrema, falta de educación, trabajos muy mal pagados, corrupción, impunidad, falta de democracia, ausencia de libertad, caciques políticos y económicos son mágicos por decisión oficial. ¿Dónde está la magia?. Eso que llaman magia no es otra cosa que las tradiciones que se manchan al volverse la base de "Pueblos mágicos", de manera oficial y olvidarse de todo el conjunto de carencias, la violación sistemática de derechos humanos y garantías individuales. El trabajo que existe es sobre el campo, artesanal, mal pagado y solo sirve para vivir al día, después de haber pagado todo tipo de impuestos. No hay esperanzas reales de salir de la postración y no porque no tengan la capacidad sino porque el sistema les niega las oportunidades.

Los seres humanos que viven en estos lugares y que están en el abandono se vuelven por decirlo de esta manera "invisibles", porque forman parte de la magia pueblerina. Se vuelven parte de las curiosidades turísticas y cuando vamos disfrutamos sin percatarnos que detrás de todo el folclore, las costumbres y fachadas hay pobreza extrema. Regresamos a las ciudades para contar lo hermoso, lo maravilloso, lo fantástico de lugar y sus habitantes. Pero basta que llegue la noche para que, la pobreza no sea una curiosidad turística sino una experiencia objetiva y subjetiva. La experiencia es objetiva porque no existe la magia anunciada y es subjetiva porque la padecen seres humanos concretos.

Basta ver los rostros ajados, las manos duras, los cuerpos enjutos, sus ropas que nos remontan a los tiempos del porfiriato, las largas jornadas del trabajo y su natural desconfianza a todo lo que no les pertenece para saber que los gobernantes mienten. Conocen bien las mentiras oficiales y la actitud franca y son personas valiosas porque conservan conocimientos que han pasado de generación en generación por tradición. Saben del sufrimiento pero también ríen abiertamente. Hacen artículos artesanales de texturas excelentes, de formas intrincadas, colores intensos, con significados metafísicos pero que no se les conoce más que como una curiosidad. Estos mexicanos no son mágicos, son reales, sorprendentes.

Con la etiqueta “Pueblos mágicos”, se ha puesto una barrera más para que las personas les sea más difícil acceder a la verdadera democracia, libertad y a todas las oportunidades de que deberían ser sujetos. El gobierno en sus tres niveles, le encanta la idea de la magia en los pueblos como si con ello se solucionara, por lo menos, la falta de bienes y servicios mínimos para la vida.




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