Día
y noche hay millones de personas cruzando océanos, mares, desiertos, montañas,
valles, pueblos y ciudades; acicateados por el hambre, la pobreza extrema y la
violencia de los gobiernos de sus Estados nacionales. Van siguiendo las rutas
de lo saqueado, despojado, robado y escamoteado. Saben bien el camino; allí,
donde están los lujos excesivos saben que a lo menos, a pesar de la violencia en todas su monstruosas formas, habrá migajas.
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