sábado, 21 de enero de 2017

PEMEX SE SECÓ



No sé cuánto nos tardaremos en implantar la democracia, la libertad, la justicia y todos los derechos integrantes de la comunidad republicana, el tema es insondable. Ciertamente será difícil. Un parámetro para darnos idea de lo difícil que será, nos lo da el propio Enrique Peña Nieto, al decir que Pemex se secó, lo dijo de una manera tan cínicamente natural como si anunciara un amanecer, un crepúsculo, una lluvia veraniega o cualquier otro fenómeno de la naturaleza en donde no interviene la voluntad humana.

Peña Nieto vive una realidad personal que quiere imponernos a toda costa; es como un niño mimado que hace berrinches ante la negativa del pueblo a creer su torcida versión de la realidad. No entiende como puede ser que el pueblo no caiga rendido ante su encanto de dandi. Es un sociópata que necesita el aplauso de su auditorio porque si no lo exige “Ya sé que no aplauden”, ha dicho. Años de tiranía totalitarista han hecho que los políticos se sientan una casta divina. Si se es, el Primer Mandatario se tiene (desde su perspectiva), el derecho a dictar no solo las leyes positivas sino las leyes naturales. “…se secó”.

Es evidente que, a Pemex lo han quebrado para venderlo a toda costa al mejor postor. Peña Nieto terminó con el Estado moderno, el mismo en donde se pretendía un estado de bienestar que nunca se alcanzó. Con su singular torpeza, inicio, sin querer el Estado híper moderno en donde las trasnacionales son las que marcan los derroteros con los derechos ya muy mermados. Los mexicanos debemos trabajar sin descanso para ponerles un coto a las trasnacionales, a los gobernantes y políticos. Lo pienso y la tarea es inmensa.


Ante las protestas los gobernantes han tomado, aparentemente, consciencia de sus excesos; no hay tal, son taimados. No se debe esperar que los gobernantes y políticos auto regulen sus conductas a través de la moral y que piensen en la ética. Esto no servirá, pronto caeremos otra vez en la decadencia. Se debe cambiar el marco jurídico desde la Constitución General para castigar a los malos gobernantes y políticos con la vigilancia permanente de los ciudadanos de tal forma que nunca se corrompan los ciudadanos que integren los Consejos de vigilancia. Todo está por hacerse.    


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