jueves, 31 de enero de 2013

VIDA RELIGIOSA



 
Es inútil que se siga sosteniendo la religiosidad como la base de la vida de los mexicanos dado que esto nos ha llevado ya al fracaso. Ahora bien, la apertura de la sociedad mexicana y su adhesión a la globalización ha dado como resultado una profunda transformación de la misma. Ha quedado a tras el poder casi absoluto cuando los sacerdotes eran los árbitros de la sociedad civil e intervenían en todos los ámbitos que le correspondía a los tribunales civiles solucionar los casos jurídicos. Han quedado lejos los ritos en donde en los que las personas tenían respeto ciego a los clérigos; los viejos se les acercaban para expiar sus culpas antes de morir, los adultos ceremoniosamente saludaban y trataban a los sacerdotes y a los jóvenes y niños se les obligaba a hincarse y besar humildemente la mano de los teólogos. Eran todopoderosos.

Hoy día, tienen más fieles las televisoras o los clubes de futbol que las religiones. Es inútil que los religiosos se rasguen las vestiduras y apelen una vuelta al pasado y la recuperación de sus privilegios. Esos tiempos no volverán. Entre los mexicanos se ha visto que hay dos aspectos. El primero es la residencia de los mexicanos en la religión desde el formalismo y el segundo, es, la falta de la práctica de los viejos valores teológicos. Resulta de esto un divorcio ya insalvable entre lo que es la idealidad de los valores y su ejercicio. Por un lado se tienen los valores ya vacíos de todo contenido que por lo mismo no se practican, es decir existe una simulación. Hay un fracaso casi total de este sistema de vida. En este periodo de transición es fundamental definir las nuevas bases de la convivencia entre los mexicanos. No debe seguir la sociedad mexicana con esa doble moral, por un lado se declara religiosa pero a la hora de la práctica cotidiana abandona casi totalmente los valores religiosos para vivir con miras a sacar aunque sea el mínimo provecho del prójimo a cualquier costo. 


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