La gente es
infeliz y no sabe por qué. Quiere amor y se lanza a buscar esa bella flor por
entre los cardos y los pantanos. Y, se desilusiona a cada paso. Lo más difícil, la más dura de todas las
pruebas es, encontrar, no el amor instantáneo,
sino el futuro delineado con la fuerza más sobrecogedora y a la vez tan firme que sea imposible ya de romper
esa unión. La gente es infeliz porque no tiene presente ni futuro, ese fin
escogido libremente que, hace olvidar toda felicidad presente dado que la única
felicidad se haya, allá en esa meta preconcebida.
¿Que importan
todos los lugares y la gente que está en la misma ruta sentada en cada estación
o el viajero con el que alegremente se conversa por un instante?. Irremediablemente hay que partir desde este
presente hacia ese futuro que cada vez más atrae y cada vez más se torna con su
nueva profundidad en lo concebido. Esas tierras nuevas son ignotas, ninguna persona
vive y ninguna lo desea. Poco hay allí que se pueda desear y sin embargo, y
aunque nuestros pies tiemblen, se debe dar ese decisivo paso. ¿Qué importa ya
nuestra vida bajo este nuevo sol y este silencio liberador?. Nuestra dicha exige sacrificio de lo común.
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