Ahora
resulta que el gabinete de Peña Nieto y el propio Ejecutivo federal casi, casi están
en la pobreza extrema. Esas declaraciones son una farsa. No tienen montos de
los bienes y toda una serie de anomalías. Solo faltó que dijeran que tenían carretas,
carritos de paletas, de venta de elotes, de helados y similares en el trabajo
informal. La simulación y el cinismo se enseñoreo en la presentación de
transparencia censurada por falta de transparencia. No es cosa menor que nos
recetaran una farsa tan mal escenificada y peor en contenido. Hacer uso de las
instituciones para ocultar las verdaderas propiedades de quien se dice presidente
de México así como de sus colaboradores que más bien parecen el primer grupo
delictivo que esta en contra de los mexicanos, es, una vileza. Eso de que “…si así no lo
hiciere que la nación me lo demande”, es una formula retórica, letra muerta,
una burla soterrada tras la cual se escudan los gobernantes.
Me
parece una burla que Peña Nieto presuma tantos bienes donados sin decir quienes
se los donó y omitir el valor de dichos bienes. A los demás funcionarios que
hicieron sus declaraciones no lo hacen mejor. Departamentos que van desde los
doce metros cuadrados, ochenta y cinco metros cuadrados hasta los cuatrocientos
metros cuadrados. Nos estaban pintando casi, casi una vida austera al modo de
los diputados de Suecia. Claro sabemos muy bien que estos es una farsa mal
montada.
Si
los mexicanos nos tragamos esta farsa seremos cómplices de esta camarilla de
malos mexicanos y seremos tan culpables del mal estado en que se encuentra la
Republica. No tendremos el derecho de exigir justicia, democracia,
transparencia, bien común y todo lo que se conceptúa como bueno.
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