Hay sentencias filosóficas y dichos populares
que contienen verdades evidentísimas que debemos a la hora de aplicar a cada
caso concreto de matizar para no cometer equivoco o excesos. Decia Ariosto: “'Humani generis mater nutrixque profecto Stultitia
est', es
decir, “La madre y nodriza del género humano es la tontería”. Existe otro que dice
que “Todos somos ignorantes”. En el primer caso Ariosto al igual que muchos se
dio cuenta de la difícil tarea que tiene el ser humano para ir comprendiéndose
y comprendiendo la realidad; en el segundo, en efecto, es claro que todos
ignoramos pero hay muchos que a la natural ignorancia humana le suman la propia
y la ribetean con la necedad extrema.
Tengo conocidos
que les ha dado por erigirse en defensores de los derechos de los animales,
dicen, repudiando a los humanos por su crueldad. Les he
preguntado si defienden a todos los animales o solo a unos. En este punto no se
ponen de acuerdo, unos dicen que a todos y otros que solo a unos. A los primeros
les he respondido que entonces dejen de comer carne ya que los animales para
consumo humano son sensibles y que si se quiere evitar la crueldad y el dolor a
estos animales se debe de manera absoluta dejar de matarlos para consumo humano.
Ahora bien, si tratamos de sensibilidad en ese caso habría que ampliar los derechos a
los demás seres sensibles tales como a las plantas. Les he rogado que miren
bien los alcances de sus pensamientos, declaraciones y acciones para no caer en
contradicciones. A los segundos les he dicho que eso es contradictorio ya que
siendo sensibles los animales deben entonces protegerse, en efecto a todos sin excepción.
Desde el elefante y el león hasta los piojos y las chinches, pasando por los
perros, serpientes, gatos, toros y demás animales, incluyendo al ser humano,
comprendido entre los animales. Eso en el plano filosófico.
Ahora bien, en
el plano jurídico les he preguntado si a los animales los deberíamos hacer
sujetos de derechos y obligaciones o solo de derechos y en cualquier caso que
clase de derechos. El ser humano es sujeto de derechos y obligaciones en el ámbito
del derecho. Iré matizando cada vez más por el momento dejémoslo aquí ya que no
en todos las ramas del derecho el ser humano es sujeto de derechos y
obligaciones. En el caso del Derecho internacional el sujeto de derechos y
obligaciones lo es, el Estado nacional, persona sí, pero persona moral. En este
punto no han podido responder.
Los animales a
mi entender no pueden ser sujetos de derechos y obligaciones ya que están imposibilitados
para sujetarse a las leyes humanas. Eso sería un error. Si vemos bien la
reforma que compete a la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, no se
les está dando derechos a los animales sino que se está castigando la conducta
humana que viole las normas penales para el Distrito Federal. Se castiga la
crueldad, omisión o muerte de los animales en la conducta humana que caiga en
uno de los presupuestos jurídicos. Asi también
no protege a todos los animales, deja fuera a los animales de granja y otros
muchos.
El problema es
ya muy viejo. Ulpiano ya había tratado el tema. Para él, el Derecho natural era
el que incluía a los animales. Esta es su definición de Ius naturale: “Derecho
natural es el que la naturaleza enseño a todos los animales; pues tal derecho
no es privativo del género humano, sino común a todos los animales que nacen en
la tierra, en el mar y también las aves. De ahí proviene la unión del macho y
la hembra, que nosotros llamamos matrimonio, la procreación de los hijos y su educación,
puesto que vemos también a todos los demás animales, incluso a las fieras,
contando en el número de los que tienen conocimiento de este derecho”.
Se ve que el
gran Ulpiano confunde las funciones biológicas con el Derecho. Aun así, es muy
ilustrativa la visión que tenía sobre el derecho natural. Ahora bien,
suponiendo que se llegase a proteger a todos los animales de la crueldad
humana. La consecuencia seria la guerra de los que defienden a los demás animales
y los que quieren consumirlos o simplemente no los consideran de la misma
calidad jurídica. Tendría que, o bien exterminarse el ser humano o ponerlo en
otro mundo en el que no existieran los demás animales y no pudiera hacerles
daño.
Antes del
exterminio del ser humano o de su destierro, se debería legislar contra las
bestias fieras para que estas no les infringieran dolor a sus presas. Y, se debería
dejar un Santo Consejo de no sé qué clase de seres para vigilar la observancia
de dichas leyes. Aquí ya llegamos a lo fantástico como efecto de los extravíos
de los que se dicen defensores de los derechos de los animales. Me parece que
ignoran y necean sobre lo que quieren tomar como bandera en su vida. Ojala y no
sea que solo quieren protagonismo.
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