“La
oposición no está preparada para gobernar”, palabras más palabras menos dijo
Porfirio Díaz, el dictador que gobernó con mano de hierro más o menos treinta
años: una dictadura personal. “La oposición no está preparada para gobernar”,
palabras más palabras menos que ha dicho Enrique Peña Nieto, el último dictador
de un sistema político que ha durado ochenta y ocho años, mismos que ha
cumplido el dinosaurio priista.
Los
políticos son personajes contrarios a los intereses de los pueblos y los políticos
mexicanos están en el rubro de los más ignorantes y ambiciosos del mundo. Por
ello, tratan de conservar el poder en más o menos los términos poco variables
con el fin de que, no se imponga la democracia. El Priato que, duró con pocas
variables, hasta el año dos mil y de allí hasta el momento actual está en plena
decadencia, moribundo. Claro, esto no lo reconocen abiertamente los priistas
que quieren a toda costa seguir en este camino antidemocrático como si ochenta
y ocho años no fueran suficientes. Para millones de mexicanos no hubo otra visión
y práctica política que la del partido único de Estado: el Partido Revolucionario
Institucional (que en el nombre lleva la contradicción). Imaginen ver pasar décadas
y décadas de una “Dictadura Perfecta”, según Mario Vargas Llosa sin atisbo de variabilidad
sino una repetición ritual del cambio del poder político a miembros de un mismo
partido; y como nos dice Dante Alighieri, la repetición es el infierno, un
estancamiento de aguas turbias que se agitaban sanguinariamente.
Bien
podría aplicarse el breve cuento de Augusto Monterroso, a un ser imaginario que
hubiera visto el nacimiento del Partido Revolucionario Institucional, que se ha
identificado como un dinosaurio que durmiera por ochenta y ocho años: “Y cuando
despertó el dinosaurio seguía ahí”, tal es el caso de este partido político y
mas que, del instituto político del sistema político implantado por los
priistas para durar tanto como la más vieja dictadura del mundo. Y, no solo
dictadura rancia sino una de las más perversas, sanguinarias que ha superado en
horror al fascismo de Benito Mussolini y al nazismo de Adolfo Hitler; si bien
aquellos extremismos fueron de lo peor esta dictadura no les va a la zaga con sus
métodos violentos, sanguinarios y largamente eficaces para mantener un sistema político
por tanto tiempo bajo el disfraz de la libertad, la democracia, el vil engaño.
Esto
es lo que festejaron los priistas; mejor dicho las cúpulas priistas porque la mayoría
de la militancia de ese instituto no son más que otras millones de engañados y
explotados. Como dice el gran Arturo Schopenhauer “Este mundo se divide en al almas
atormentadas y diablos atormentadores”, y los lideres priistas no han sido otra
cosa que diablos atormentadores de sus propios seguidores. Porque la mayoría de
militantes priistas pertenecen a esa gran masa de desposeídos, de pobres, de expulsados
hacia el norte, de ignorantes de su propia desgracia y acríticos de sus líderes
más descaradamente corruptos. Esto suena excesivo e increíble pero por
desgracia es cierto. Me basta platicar con un prisita para ver el infierno de
Dante con su interminable repetición de sufrimientos sin esperanza de salir
hacia la luz. Ya lo dijo el mismo Dante “Quien entre aquí que abandone toda
esperanza”. Ese es tal, el deseo de Peña Nieto: seguir en la oscuridad en pleno
siglo XXI, es decir, un retroceso mental de más de cien años.
A
lo lejos se puede ver la hacienda con los capataces a caballo con los látigos en
las manos y los trabajadores vestidos magramente con manta cruda cuando no con
costales, bajo el sol inclemente. La mirada inmutable del dictador como un Gran
Hermano que prefería “matarlos en caliente y luego averiguar”. Todo un sistema
bien aceitado para someter como bestias fieras a los seres humanos de esa época.
Hoy, el escenario ha cambiado y muchos de los jóvenes ya no nacieron bajo el Priato
y bajo el mismo sol de la hacienda pero el peligro es el mismo: la dictadura de
partidos. Hay que ver como este sistema político antidemocrático muta
pasmosamente. Primero fue una dictadura personal con Diaz, después una
dictadura de partido único de Estado con el Partido Revolucionario
Institucional y ahora está consolidando su mutación hacia una dictadura de
partidos, tal y como lo propone Manlio Fabio Beltrones: un gobierno de coalición
y, ¿qué es un gobierno de coalición?, es una dictadura de partidos.
La
oposición no está preparada para gobernar, ha dicho el más nefasto de los
presidentes de los últimos tiempos; un ignorante sin remedio, un siervo de las
trasnacionales, un pelmazo entre los Pel-mazos, que pasará al basurero de la historia
como el símbolo de este sistema corrupto y que francamente ha redefinido no
solo la corrupción sino el cinismo y la impunidad. Peña Nieto ha dado su discurso
como si fuera un profeta de los tiempos bíblicos, inamovibles, eternos,
mientras el suelo se hunde bajo sus pies. Bien mentido por él y para él. Amén…