Los
partidos políticos en México han sido corrompidos hasta grados indecibles. Se
ha reformado el sistema económico sin ningún control; la corrupción sigue
siendo la base de la economía. Esto les era menester a los políticos pues en
caso de erradicar la corrupción no tendrían forma de hacerse de dinero ilícitamente
ni de hacer negocios impunemente. Por ello hace falta hacer una reforma total e
integral de la Constitución General. Todo el Estado mexicano debe ser
reformado. No hay que perder de vista que Derecho y Estado desde la teoría de
Hans Kelsen son lo mismo.
Bien
uno de los rubros esenciales lo es la reforma del sistema político. Los
partidos políticos han sido convertidos en verdaderas empresas, sociedades de
delitos de todas clases y entidades criminales. En general, toda la clase política
han hecho un pacto de corrupción e impunidad. Si a estos e le suma que son los
gobernantes y políticos los que tienen la facultad de imponerse ellos mismos
los exorbitantes sueldos que ganaran y que no hay ningún recurso jurídico para
combatir tales excesos, entonces se puede uno explicar cómo la clase política
se ha convertido asimismo en una clase divina, intocable.
La
reforma política debe sujetar a los gobernantes y políticos a los sueldos que
les impongan un Consejo Ciudadano que sea permanente pero sus integrantes
transitorios con responsabilidades administrativas, civiles y penales en caso
de no cumplir con sus atribuciones. Este mismo Consejo debe imponer sanciones a
gobernantes y políticos que cometan delitos y crímenes que sean de peligro o
que sean dañinos para lo público. En caso de corrupción e impunidad reiteradas
las sanciones podrán incluir su disolución. Sin reforma del Estado no podrá limitarse
la corrupción e impunidad de gobernantes y políticos hasta ahora intocables.
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