Felipe
de Jesús Calderón Hinojosa se ostenta como abogado y político mexicano. Anda
como el judío errante por doquier, metiendo su fea nariz donde no solo no lo
llaman sino repudian; a él, no le importa anda de una manera desvergonzada. Vocifera
en todas las plazas públicas, en todos los medios y en sus cuentas de redes
sociales su amor por México y los mexicanos. Claro es un amor falso porque si
en verdad amara al pueblo mexicano inmediatamente de haber dejado de ser
presidente de México, hubiera renunciado a la fabulosa pensión económica y, a
los enormes servicios de personal y demás prestaciones que recibe. Este psicópata
no tiene vergüenza alguna; quiere regresar a gobernar a México en forma de
mujer, de su mujer. Esa es otra historia de ambición desmedida. Tal parece que Calderón
y su mujer hicieron una sociedad del crimen para vivir como potentados del
esfuerzo de otros, del pueblo sin ninguna responsabilidad.
A
pesar de vivir bien del trabajo del pueblo los Calderón, me hacen sentir un escalofrío
que me pasma, se comportan como si estuvieran muertos de hambre; son insaciables.
¿Qué tipo de político existe en México?, Felipe Calderón y su familia dan el
prototipo. El tipo de mexicano que se declara como fanático católico (hasta en el nombre) y que, a
toda costa quiere imponer “El reino de Dios en la Tierra”, a través del poder político.
Sin embargo, el lado flaco de semejante locura es que, religión y política se
excluyen porque tienen diversos objetivos; la teología la fe en un ser divino;
la política el poder público. Quienes están en ambos bandos no pueden tener más
que la indefinición, el absurdo y la doble moral; esa doble moral que, el Papa
Francisco I, ha criticado recientemente.
El
Papa advierte correctamente que la vida ha sido puesta bajo la economía, es
decir, bajo lo material y el dinero. Contra ello reacciona y a imagen y
semejanza de San Francisco de Asís y en honor de él, se nombra francisco. Es bien sabido que, Francisco de Asís, decía necesitar
de lo material poco (poca ropa, poca comida y poco calzado), y que de ese poco
muy poco (la modestia de comer poco, muy poca ropa y un par de sandalias). Se
sabe que el ser humano no es más atesorando cosas sino desarrollando las
potencialidades del propio ser hasta su plenitud.
El
tipo más elevado seres humanos no han atesorado cosas materiales sino que han
cultivado las virtudes, observado una moralidad particular y no disímbola; han
desarrollado grandes teorías y muchos han sido prácticos no solo teoréticos. Seres
así, no han sido parásitos de la humanidad sino tal y como lo asevera Stephen
Hawking, llevan a la humanidad sobre sus hombros. Volviendo al tema Calderón,
se puede ver la enorme distancia que hay entre los verdaderamente grandes con
su pequeñez no solo física sino moral, ética, teorética; lo suyo es pura ambición
desmedida buscando y abriendo caminos para seguir con su loco sueño de imponer
sobre la política la religión, sobre el Estado laico, el Estado teológico sin
importar los muertos que desate y que ha desatado su mala administración. Si
hubiera aplicación de la ley, Calderón debería estar, como muchos más, en la cárcel
y no libre y bien resguardado por el erario y el Estado Mayor presidencial.
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