En política si los
militantes de un partido están con el ánimo de encontrar un trabajo, ingresos o
beneficios del erario no son tan diferentes a los dirigentes que se enriquecen
ilícitamente o despilfarran los bienes y servicios públicos. No tienen ningún derecho
a debatir si no se esfuerzan por saber sobre el tema. Si defienden a sus
dirigentes pillos lo son también. Hay que aportar, no hay que vivir de lo publico como viles zánganos. Hay que guiarse
por ideales viables y no por caudillos aunque estos sean prácticos pero tan
luego se aparten de los ideales hay que abandonarlos. En consecuencia hay que
combatir a los malos dirigentes y, a sus fanáticos seguidores aun a los de la
propia filiación a cualquier costo.
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