“Abandone toda
esperanza quien entre aquí”
Dante
La
vida ha estado torcida por el mito, por la teología, la técnica, la ciencia y
toda clase de prejuicios. Una vida libre de cualquier injerencia ajena a la razón
es muy rara encontrarla y cada día se pierde toda perspectiva para poder ver la
vida libre. Al parecer el ser humano nunca encontrará la senda para salir de
sus propios laberintos. Hoy día ni siquiera los multimillonarios logran vivir
sana, feliz y racionalmente. Se ha vuelto la locura. La desesperanza es para la
mayoría de las naciones pero también para los gobernantes y para los dueños del
mundo.
En
la edad media la vida estaba sujeta a la teología y ya se había formado todo un
ejército burocrático de sacerdotes con una forma piramidal bien jerarquizada. Sin
embargo, la vida estaba todavía por sobre la economía y lo meramente material.
No se permitía el interés y mucho menos la usura. Claro esto no era uniforme ni
constante en todas las capas sociales pero existía; hoy ya no es posible pensar
así, muchos menos actuar en consecuencia. Lejos está la posición de Sócrates
que al ser llevado a un mercado manifestó con asombro de ver cuantas cosas no
necesitaba o la admirable forma de vivir de San Francisco de Asís que decía que
necesitaba pocas cosas y las necesitaba muy poco. Vida frugal, sobria y
modesta.
A
partir del Renacimiento el capitalismo fue mercantilista y dejó fuera el humanismo
pues puso a la vida por debajo de lo material. Se dio un giro de ciento ochenta
grados. La vida el ente metafísico en donde tienen sentido lo demás existente (valores,
cosas y objetos ideales), se degradó al punto de volverse un ente vulgar de
manera arbitraria. El capitalismo se desarrolló y se trocó en industrial y se
ahondo el sometimiento de la vida humana por debajo de lo material y del
dinero. La especulación financiera volvió al capitalismo financiero y con la globalización
se ha puesto en la mira el agotamiento de todos los bienes naturales,
minerales; en fin del mundo entero. Se quieren beber el mundo entero de un solo
trago.
Ahora
bien, el ser humano ha creado sus propios monstruos que han terminado por
volverse contra el mismo y dominarlo. Hoy día, ante el agotamiento del sistema
capitalista, todo el mundo pierde la cabeza y los que no la pierden es que no
ven el peligro; son ingenuos. Los políticos tradicionales son incapaces de
someter a las trasnacionales que todo lo dominan, empezando por los gobiernos. Pero ni siquiera los dueños de las
trasnacionales pueden dominar el mercado. El ser humano no puede sentarse a
mirar una puesta de sol o a disfrutar a su familia; es imperativo que se
trabaje sin descanso. Se trata de conseguir los bienes y servicios de más alta
calidad. Si una persona no tiene cosas no es más que un pobre diablo. En
efecto, la acumulación extrema es el único objetivo del neoliberalismo. El ser
humano se le considera en cuanto tiene. Claro esto es un error, aunque no se
vea claramente.
El
neoliberalismo promete la felicidad con la acumulación de cosas pero es bien
sabido que para que el ser humano sea más o menos feliz debe no acumular cosas sino desarrollar plenamente su ser. Todas las capacidades
humanas deben ponerse en práctica guiadas por las virtudes, los valores. El ser
solo se aumenta con el ser no con las cosas. El engaño es evidente. Antaño los
pueblos más avanzados tenían un deseo de dominar y de saquear todas las
riquezas posibles a través de la espada, ahora se han encerrado y los pueblos
saqueados han hecho el camino inverso. Los Estados nacionales más poderosos
cierran sus fronteras y levantan muros para seguir viviendo en el miedo que
ellos mismos siembran.
Los
dueños de las grandes trasnacionales ya no se conforman con dominar a los
gobernantes ni hacer el cabildeo para que se hagan las cosas como ellos quieren
sino que se han vuelto gradualmente gobernantes pero ¡Oh, sorpresa!, ni
siquiera los creadores del monstruo pueden controlarlo. La economía es el talón
de Aquiles de la Humanidad. El mejor ejemplo lo es Donald Trump, se ha
imaginado que con su “genialidad” de quitar a los políticamente correctos políticos
tradicionales y gobernar un Estado como una empresa lo puede solucionar todo.
Es patética su ignorancia y su actuar es peor. Cree que con puro voluntarismo
de niño malcriado puede resolver los grandes problemas sin atender los
mecanismos que mueven la economía; es decir, el egoísmo acumulativo de los de
su clase. ¿Dónde van a ir los pueblos despojados o vueltos pobres en extremo?,
evidente, allá, donde están acumulados los bienes. El problema ha sido creado
por los dueños del mundo y es tan complejo que, francamente no se le ve rápida solución
pero, tampoco se pueden llamar inocentes y hacer rabietas que con ello no se
arregla cosa alguna.
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