miércoles, 1 de marzo de 2017

EL DISCURSO DE LAS MENTIRAS



Los políticos afines al actual sistema político piensan y creen que los mexicanos comunes y corrientes no valen por sí; valen en cuanto son dirigidos por ellos. Eso es lo que se ha dicho y practicado desde haca cientos de años pero la hora de los ciudadanos ha llegado y ni ellos siguen creyendo su propio discurso. Ahora bien, a los ciudadanos mexicanos se les ha despersonalizado y con base en ello, se les ha manipulado de mil formas para que no sean más que simples números manejables al antojo de los gobernantes en turno. Sin embargo, esa misma libertad bastarda que ha dado el liberalismo económico (porque hay que diferenciar el liberalismo económico del filosófico), también, paradójicamente ha servido para liberar a los ciudadanos críticos de las ideologías (todas las ideologías esconden la verdad), y, en consecuencia, despojarse de esa invisibilidad y hacerse presente en todos los ámbitos. En efecto, si los ciudadanos no valieran por si, no tendría que torcerse su valor intrínseco y por ende, no comprar su voluntad de mil maneras torcidas.

El cambio solo es posible en la medida de que una buena parte, significativa, de los ciudadanos trabajan individualmente pero con un nexo común: la democracia, para lograr que se logre la misma. La mayoría de los partidos en México, tratan por todos los medios de mantener a los ciudadanos en capitis diminutio (Disminución de la capacidad), para que no votaran por su voluntad ni pidieran rendición de cuentas o cualquier otro derecho. ¿Por qué suenan las campanas?, porque ha llegado no solo el momento y la hora de los ciudadanos sino la larga trayectoria de los mismos.

Los ciudadanos que hasta ahora han estado en simple calidad de votantes comprados pueden ser el cambio en la medida de que, ejerzan libremente su derecho al voto. Sería algo maravilloso nunca antes visto en México, terminarían, esos átomos disperso, de un plumazo con la clase política corrupta porque ya no habría manera de dar marcha atrás. La democracia tomaría su camino adecuado con sus pros y contras pero salvando obstáculos y muy alejada de la práctica estadounidense. En consecuencia, trabajemos porque esos hermanos tomen consciencia y hagan lo correcto.


Hasta ahora, los políticos tradicionales se habían reído a mandíbula batiente pero se les ha caído el teatro y ya no pueden detener la caída del sistema político actual. Nunca como ahora la sentencia ¡Hasta la victoria siempre!, ha tomado su significado más profundo. 


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