VII. LA HUIDA DE QUETZALCÓATL
66.
Así pues, Quetzalcóatl ya se angustia, ya se llena de congoja, luego recuerda
que ha de irse, que ha de dejar su ciudad de Tula.
67.
Así al punto se resuelve. Dizque todo lo enterraba: su oro, su coral y todo lo demás
que era riqueza de los toltecas. Las
cosas maravillosas, las cosas preciosas, todo lo enterró, todo lo sepultó allá
en los lugares escabrosos, o dentro de las montañas, o en los barrancos. Y los
arboles de cacao convirtió en algarrobos, y toda clase de aves preciosas, los pájaros
plumas rojas y amarillas, a todos primero envió por delante de él y se
dirigieron a la región de junto al agua, se fueron hacia allá.
68.-
Y así al punto comienza a seguir su camino. Luego fue a llegar a cierto lugar junto
a un árbol; muy corpulento el árbol, se yergue y muy alto. Junto a él se paró,
luego se vio, se miró al espejo y dijo:
-
Pues ya soy viejo.
Luego
allí se puso por nombre (al lugar): “Lugar junto al árbol de los viejos.”
69.
Luego pues apedrea, la lapida al árbol y la piedra con que lo apedrea bien el,
se incrustó, quedó adherida en el árbol viejo. Aun así se ha estado mostrando,
como se veía: en la raíz habiendo comenzado, allá así creció hasta su cabeza.
70.
Y cuando iba siguiendo su camino Quetzalcóatl le iba tocando flautas. Otra vez llegó
a cierto lugar, se sentó en una piedra, apoyo las manos en piedra, bien quedó
marcada, como si fuese en lodo, la huella de sus manos. Igualmente sus
posaderas en la piedra en que estaba también se marcaron, se incrustaron: bien
se ha estado mostrando como agujeró allí donde pusieron por nombre “En la marca
de manos de alguno”.
71.
Luego se pone a ver hacia Tula y con
esto llora. Como sollozando llora, como dos hilos de granizo gotea su llanto,
por su rostro ruedan sus lágrimas, con las cuales al gotear, bien perforó la piedra.
Garibay
K. Ángel María. “La Llave del Náhuatl”
México.
2013. Editorial Porrúa Colección “Sepan
Cuantos…”. Páginas 233 y 234
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