viernes, 28 de septiembre de 2018

LA LEVA EN LA CUARTA TRANSFORMACIÓN




En cada época donde se llega al final de su vigencia la gente se llena de anhelos, esperanzas e ilusiones de una vida mejor, de un futuro utópico y, no es raro que el entusiasmo se transforme y, llegue hasta el fanatismo que siegue la razón y, se llegue a la violencia verbal y física. Son tiempos de crisis donde se sabe muy poco sobre lo que se quiere y la forma de cómo hacerlo. Los errores son el sello distintivo se quiera o no. Basta con ver cualquier movimiento social de cambio o revolucionario. Las tres Transformaciones nos dan idea de esto.

Para llegar al punto de una transformación, un cambio hace falta que concurran diversos factores propios y ajenos. Las contradicciones surgen como producto de esas fuerzas desatadas ya sean propias o ajenas. Por ello, en este momento no debe sorprender que personajes de otros partidos e incluso quienes eran contrarios al cambio se sumen y sean promotores activos tanto en lo ideológico como en la práctica. Resulta raro tanto como ver crecer praderas en el desierto; sin embargo, esto es común en estos tiempos de cambio.

A Miguel Hidalgo y costilla se le sumaron no solo el pueblo llano que arrasaba como marabunta todo lo que encontraba a su paso sino también hacendados que hasta hacia poco era impensable que lo hicieran; el cambio de circunstancias, de una nueva realidad con todos sus factores permitió esto pues hasta autoridades estaban sumadas al cambio revolucionario de independencia. En este punto de quiebre no es raro que las ideologías se pulvericen y los poco entendidos hagan criticas fuera de este contexto.

La segunda y tercera transformación tampoco estuvieron exentas de sus contradicciones y no se tiene porque esperar hechos y actos diferentes en este momento. Si bien todavía no toma posesión el jefe del ejecutivo electo pero ya está perfilada la línea de actuación y que él mismo ha dictado. De esto que no quepa duda. Como era de esperarse los errores han surgido como producto de la falta de experiencia en el gobierno. Es el choque de la ideología con la realidad. Pero además la ideología tiene un defecto muy marcado como arma política es verdaderamente atractiva pues ofrece lo que el pueblo anhela pero a la hora de aplicarse en la realidad muestra sus limitaciones, sus muñones en donde debería haber brazos y manos.

Como cualquier movimiento de transformación hace falta ahora un ejército de mujeres y hombres que den la lucha en todos los frentes; en lo periodístico, en lo ideológico, en la administración, en la impartición de justicia y en la creación de leyes; es decir, en la destrucción de las bases (por lo menos) del anterior régimen para evitar su retorno y de allí partir hacia la construcción de uno nuevo y que ni duda cabe que esta es la mayor aspiración del pueblo mexicano con sus consabida oposición dialéctica. Ese ejercito ya está conformado y los legisladores federales y estatales son la avanzada de esa transformación.

Ahora bien, ese ejercito de avanzada como tenía que ser se ha formado como se formó el ejército revolucionario de independencia por puro entusiasmo, poca preparación, con mandos en espera de la orden de avance definitivo y con mínima idea del futuro pero muy activos en la lucha contra el pasado. Repito, esto no tiene porque asustar sino a los idealistas; así es la realidad.

Hay entre los legisladores los que fueron escogidos como en la leva revolucionaria sin saber de armas ni de estrategias de guerra; estos sin saber de política y de creación de leyes que den muerte al antiguo régimen y conformen a lo menos el perfil del nuevo Estado mexicano. Mucho entusiasmo y poco orden. Ahora bien, que no extrañe que haya arribistas, oportunistas y ambiciosos que únicamente busquen alcanzar un nuevo grado de vida o de plano hacer negocios en lo público. En efecto, las pasiones humanas no han cambiado desde prácticamente los seres humanos han puesto como fin vivir en sociedad y, no será diferente ahora ni por que se haya dado una aparente epidemia de honradez ni por decreto. Eros y tánatos (el amor y la muerte) siguen tan vigentes como hace miles de años.

Hasta ahora el trabajo de esta avanzada legislativa se ha centrado, como debe ser, en destruir el viejo régimen que no deja de dar trabajo. En este contexto se ha visto o mejor dicho no se han visto todos aquellos candidatos a legisladores subir a tribuna, presentar iniciativas de leyes o siquiera dar declaraciones a los medios de comunicación. La realidad del escenario político los mantiene por si solo a raya. Claro, no faltan los viejos legisladores que dirigen tras bambalinas la actuación d estos bisoños legisladores.

Con la toma de posesión del presidente electo se iniciara la marcha hacia lo que es hoy todavía el anhelo plasmado en palabras “La Cuarta Transformación”,  que es tanto como decir “Sufragio Efectivo, no Reelección”, “Tierra y Libertad”  o “Que se Detenga al Neoliberalismo”. ¿Qué se debe esperar?, pues que se inicie el desmantelamiento de toda la estructura dentro del Estado mexicano de lo que resta del Presidencialismo; es decir, del régimen priista para poder; ahora si a transitar hacia un nuevo régimen político y si es posible hacia la conformación de un nuevo Estado mexicano. Junto con estas actividades es de esperarse errores, sainetes, excesos, deficiencias, luces, sombras; sorpresas para bien y para mal.

¿Qué se debe esperar del pueblo?. Numero uno; el apoyo decisivo para poder lograr el acabose del antiguo régimen político y la creación del nuevo. Segundo, la participación del pueblo ahora ya como gobernado para que esto no se tuerza tan pronto que aborte la misión. Para ello hace falta que el pueblo madure gradualmente y este bien informado para no desfallecer o mal entender al gobierno. La tarea es titánica y, inmediato, mediato y, a largo plazo para lograr esa Cuarta Transformación que hoy se nos presenta como fantasma que deambula por las calles ideológicas y es menester que se materialice en todo el Estado como producto de la actividad política de gobierno y pueblo.

Finalmente, se debe tener en cuenta que durante todo el tiempo pasado se impedía la libertad de expresión, la crítica al punto de considerase delito o pecado con sus consecuencias rígidas en penas de hasta la muerte. El remedio contra un régimen totalitarista o con excesos lo es la libertad de expresión y la corrección a la mal apolítica también lo es la libertad de expresión. Por eso no debe molestar ni espantar que haya libertad de expresión y excesos

No se ha logrado el derecho a la libre expresión como arma contra los adversarios políticos o el gobierno y como silencio a favor de los gobernantes del agrado propio. Si para los malos gobiernos la libre expresión es el remedio, para los gobiernos democráticos es la forma de mantenerlo en la sana línea de lo justo; es decir, en todo momento se debe mantener la libre expresión, la crítica tanto para corregir como para mantener la salud política.



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