sábado, 15 de septiembre de 2018

SER Y PARECER LEGISLADOR EN MÉXICO




Tuve la buena fortuna de tener algunos maestros excelentes tanto en Derecho como en Filosofía que mostraban su forma de ser y pensar fuera de lo que se considera normal. Uno de ellos lo fue el Doctor en Filosofía José Antonio Pérez Diestre, conocedor de arte y de todo lo que se debía saber. No le importaba como íbamos sus alumnos a su clase con tal de ser buenos estudiantes. He seguido mi reforzada idea y practica de no dejarme llevar por las apariencias. En Derecho, en general, los maestros, por desgracia, enseñan que para ser abogado hay que parecer; es decir, enseñan la práctica de las apariencias; para bien, los maestros en filosofía, enseñan la práctica del ser; es decir, la verdad real.

En este contexto, no tengo objeción alguna contra el señor Pedro Cesar Carrizales alias el Mijis, por ser diputado ni por cómo se vista pues tiene la libertad de ser como le plazca; es decir, la forma es libre; no así el ser pues para ello recibirá un salario acorde al puesto de diputado y que está plasmado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En consecuencia, se le debe exigir como al resto de legisladores saber sobre política, teorías sobre el Estado, las nuevas relaciones dentro del Estado, leyes, historia de México y todo lo que se debe saber para lograr la Cuarta Transformación pues no se trata de otra cosa sino de lograr la democracia plena.

Que no se crean los legisladores que nos pueden volver a sujetar o, a engañar con apariencias queremos el ser para poder transitar hacia un nuevo escenario nacional donde se abandonen las formalidades pero se privilegie el fondo sobre la forma. Ojala y los legisladores tengan la consciencia que, para que se dé la transformación correspondiente deben sentar las bases de un nuevo régimen como base del nuevo Estado. No se trata de presentar iniciativas contra las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto pues se corre el riesgo de torcer el camino y no encaminarse hacia el fin: la democracia plena.

Tal como debemos respetar a quienes barren bien, a quienes lavan bien los platos y, a quienes manejan bien en el transporte público así debemos respetar a los buenos legisladores pues en ellos depositamos nuestra confianza con los votos y en ellos esta hacer buenas leyes para que, los ciudadanos y el pueblo en general, tenga las oportunidades suficientes para lograr su sano desarrollo, vida plena en lo que mejor le acomode a cada uno. Como dijera el gran Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta, vamos a quitarle al poder la fatuidad, la frivolidad y la fantochería.




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