El
mito del Anillo de Giges nos muestra como un pastor puede hacerse invisible por
medio del añillo lograr seducir a la reina
y usurpar el poder. La injusticia está presente en la vida diaria; es una
constante. Si se pudiera hacer el mal si se pudiera sin que hubiera pena alguna
se haría sin ningún escrúpulo.
En
México increíblemente la clase política ha logrado volverse invisible ante la
justicia; el Derecho Penal, dicen los viejos maestros de Derecho, es de las
tres Ps pues únicamente se aplica a los pobres, a las prostitutas y a los
pendejos; esta forma es vulgar pero muy esclarecedora pues específica a qué
tipo de personas se les sanciona con leyes penales sin incluir a la clase política
más que, cuando el político es muy tonto y abandona la impunidad.
El
cambio de régimen es muy sospechoso, toda vez que el escenario político está
puesto para lobos y la fauna política más ambiciosa. La corrupción campea sin
control y entre el discurso y la realidad hay abismos al parecer insalvables. Si
a esto le sumamos la indiferencia e ignorancia de la mayoría del pueblo a se
puede tener la visión de un futuro incierto para la justicia. No hay moral ni código
de ética que pueda evitar la corrupción sino únicamente la ley con penas
ejemplares.
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