La
democracia no puede florecer en la ignorancia; la misma es el campo de cultivo
para la demagogia y toda clase de formas corrupta de gobierno. Y, este tipo de
gobierno cambiante según las necesidades lo fue el priismo que cuando le era
menester era de izquierda, de centro, nacionalista, patriotista, cerrado, con
tintes democráticos pero en el fondo campeando en la pobreza, en la ignorancia.
El priismo era Presidencialismo puro y eso significa que, los órganos judicial
y legislativo estaban a su servicio en los tres niveles con lo que el totalitarismo
gubernamental se completaba.
Durante
la revolución mexicana y después de la misma el nivel educativo de la
generalidad de la población era de muy bajo nivel y faltaron varias décadas para
que surgiera una buen parte de mexicanos con educación técnica, filosófica y científica;
se entiende que no se podía pedir que los diputados y senadores al Congreso de
la Unión y, a la de los Congresos Locales tuvieran el nivel educativo necesario
para aportar ideas democráticas y de gobierno. Para ser diputado se requiere la
edad mínima de 21 y para senador 25 pero sin ningún requisito profesional. El
anterior régimen político no tenía necesidad de saber profesional en la ciencia
política y jurídica sino lealtad al presidente y al partido que eran las base
del régimen.
Bien
se puede imaginar que, si los legisladores de los tres niveles eran ignorantes
por disposición constitucional cuál era el resultado de tan magra preparación en
la política y en lo jurídico para decantarse en la vida pública del pueblo
mexicano: la ignorancia y la pobreza extrema sin oposición civil, todo el
control de lo público a través de este sistema.
Si
en realidad se quiere cambiar por la democracia el anterior régimen político,
se debe elevar el nivel educativo de todos los legisladores; en el ámbito federal,
estatal y municipal y que gradualmente los mejores ciudadanos puedan ingresar a
las cámaras legislativas o cuerpos legislativos. Sin este requisito no se podrá
alcanzar el fin y pasaran años y décadas de postergación democrática.
Ahora
bien, no se trata de idealismo romántico sino de ver la realidad e interactuar
con la misma en la medida de las posibilidades. Es evidente que, hoy hayan
llegado legisladores con el nivel académico magro pues el 46% aproximadamente
no tienen título alguno. Y, no se trata únicamente que tengan títulos universitarios
o de otras índoles sino que efectivamente tengan las facultades inherentes a
sus carreras y, los conocimientos básicos de política y de leyes pues esa es la
materia de los legisladores. En un primer momento son necesarias las personas
famosas pero logrado el objetivo de alcanzar el poder político son necesarias
las personas sabedoras de las materias para crear leyes, crear teorías y para
el buen gobierno democrático. No basta con tener grados académicos pues muchos
profesionales al fracasar en lo privado huyen hacia la política para engañar
con su saber hueco y sin aportar lo mínimo sino volviéndose un lastre para el
erario.
En
efecto, los revolucionarios son necesarios para el cambio de gobierno cuando es
imposible de que este siga vigente pero inmediatamente hace falta que el pueblo
vuelva a la paz y el orden en el gobierno con las personas adecuadas para poder
gobernar. La revolución mexicana muestra que los revolucionarios terminaron con
la dictadura personal de Porfirio Díaz pero la falta de un buen nivel académico
en los mismos y en el pueblo, derivaron en una dictadura del partido único de
Estado: El Partido Revolucionario Institucional. No se crea que de forma automática
con la caída de un sistema político se crea uno democrático. Hace falta todo un
plan de preparación hacia la república democrática.
Un
instituto de formación política debería tener como fin no fundamentalmente crear
políticos avezados en las formas políticas de gobierno sino científica de las
mismas áreas del saber. La ideología pretende mostrar las bondades de tal o
cual sistema político de izquierda o derecha y por ende, ese es su punto débil,
su talón de Aquiles pues necesariamente cae en el engaño y no porque se quiera
mentir sino por las limitaciones de la ideología que no muestra las debilidades,
limitaciones y negatividades del régimen político.
Por
su parte, la formación académica, es decir, científica con todas las metodologías
inherentes a las parcialidades del saber se da perfecta cuenta de las flaquezas,
limitantes e inconvenientes de todos y cada uno de las formas de gobierno ya
sean de derecha, izquierda o centro o cualquiera de sus modalidades. El saber más
amplio de las diversas formas de gobierno puede concretar una buena forma de
gobierno.
Una
forma ideológica perversa se puede ver claramente en el discurso oficial del
priismo; durante décadas sostuvo ser el partido, a través de sus cúpulas,
heredero de los fines de la revolución de 1910 y por ende, ser el partido que podía
ejecutar los planes y llegar a esos objetivos mientras se hacía todo lo
contrario, sujetar a la ignorancia y, a la pobreza a millones de mexicanos. Desmontar
todo ese entramado de mentiras y engaños oficiales, requirió de décadas (casi 90 años),
de lucha ciudadana. En consecuencia, se debe tener cuidado de lo que se construye
políticamente no sea que se esté fincando las bases de una forma corrupta de la
democracia. Hasta que se socavó esa ideología hueca de democracia pero llena de
un totalitarismo brutal se pudo mostrar la realidad y que una buena parte de la
ciudadanía viera las mentiras del discurso oficial y con base en estos cayera
todo el Presidencialismo.
Es
pues menester que, se acaben las viejas formas de ignorancia y pobreza de
conocimientos políticos y jurídicos en los legisladores para que esto tenga sus
efectos en la vida pública y privada de los ciudadanos y de la población general.
El abandono de la improvisación de los políticos se debe llevar a cabo para
pasar a la planeación con el fundamento en la filosofía y las ciencias. Se debe
pasar de la lealtad al presidente de la república en turno, la lealtad ciega a
un partido a la conciencia de los ciudadanos y, a la lealtad a los ideales democráticos.
Los
órganos, instituciones y dependencias del gobierno deben dejar de ser los
instrumentos de dominación totalitarista para pasar a ser instrumentos de sana
convivencia entre los ciudadanos, de estos con el gobierno y de estos dos con
las grandes trasnacionales que deben ser limitadas. Nunca más un partido totalitarista con ideología
apuntalada con la brutalidad.
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