Dicen
los gobernantes que los maestros quieren seguir con el sistema educativo
anterior porque quieren tener un trabajo seguro. Es una hipocresía decir esto cuando
los únicos que tienen trabajos seguros y excelentemente pagados son los políticos,
gobernantes, familiares, incondicionales y lambiscones que el pueblo mantiene.
Los
cambios políticos y económicos generales son inevitables. Sin embargo, es claro
que en México la casta divina en que se han convertido los políticos no quiere
tener el mínimo riesgo en su mal quehacer de la política. Se quiere hacer
productivos a los obreros, a los trabajadores del Estado, a los campesinos y a
todos el mundo menos a los políticos; allí se han dado cita todos los pillos,
los malversadores de lo público, asesinos, charlatanes, narcotraficantes, traidores
a la patria, imbéciles, ignorantes funcionales y la lista sigue.
Es
bien sabido que los políticos mexicanos se encuentran entre los mejor pagados
del mundo sin que el pueblo pueda exigirles cuentas. La sentencia pomposa “Y,
si no que el pueblo se los demande”, es letra muerta. Al primer conato de
protesta se activa inmediatamente La Ley del Garrote. De esta manera propician
la violencia y en primer y último caso la revolución violenta.
En
México se festeja con gran júbilo la independencia, la revolución y cualquier
otro evento ya caduco, muerto que no tiene ya mayor trascendencia para la vida
actual; de esta manera los nuevos tiranos se visten con la piel muerta de la tradición
y con ella engalanan un discurso hueco de democracia, de libertad, de derecho y
de un sinfín de engañifas mientras engordan sus cuentas y propiedades a cargo
del erario.
Esta
hipocresía y cinismo no tienen límites y no les importa a los políticos el
descontento y el reclamo mientras tengan a las fuerzas del orden bajo su
control y el acceso a lo público impunemente.
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