Hemos
de ser objetivos hasta donde nos permita nuestra capacidad intelectual e ideológica
con relación al grito de independencia de este 2013. La desesperación oficial
por mostrar al exterior como puesta en escena que tiene el control social y que
todo está bien. Sin embargo, con tantos testigos de calidad que existen en los
medios de comunicación nacionales y extranjeros y los testigos existentes en
las redes sociales, eso se hace menos que imposible. Es ridículo que el
gobierno en sus tres niveles siga sordo, ciego, mudo e inactivo respecto a los
reclamos y necesidades del pueblo mexicano. Este gobierno en turno como la mayoría
han vivido y seguirán viviendo de la ideología torcida de la historia mexicana.
Esa historia mal contada y puesta a modo para que el sistema siga funcionando.
No
es un grupo reducido de ciudadanos conscientes los que se manifiestan y aunque,
así lo fuera, basta con una sola consciencia para empezar a cambiar la realidad
actual. Hoy, como hace 203 años el grito es muera el mal gobierno. Ese mal
gobierno entreguista de lo público a la burguesía a precio regalado. Hasta los
propios acarreados que llevaron al zócalo capitalino le gritaron ¡Fuera!. Un
gobierno democrático no puede estar basado en la fuerza pública con el modelo
de la Ley del Garrote, un gobierno así, no puede menos de ser tirano y no
contar con la legitimidad ni con la legalidad para sostenerse.
El
grito que dio Peña Nieto es letra muerta, una tradición que ya no sirve para
los propósitos de la nación mexicana. A toda costa quieren sostenerse en el
poder político y económico a costa del sacrificio, de la sangre y de muertos
hechos por este mismo gobierno. Este primer ritual que realizó Peña Nieto, bajo
la fuerza del Estado gradualmente se verá minado, dado a que la lucha se intensificará
hasta ser desmantelado el teatro oficial.
Hoy,
el pueblo mexicano tiene las mismas carencias básicas de hace trescientos,
doscientos y cien años. Con políticas privatizadores no se van a solucionar
esas necesidades. Por el contrario, se van a ahondar las carencias, la pobreza,
la injusticia, la impunidad hasta que el pueblo haga saltar todo este sistema
por las buenas o por las malas.
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