martes, 10 de septiembre de 2013

CIELO E INFIERNO




Hallándose moralmente malo el ser humano creo lugares imaginarios para premiar las acciones consideradas buenas y castigara aquellas consideradas malas. Estos lugares fueron pintados, según el caso, a manera de bellos lugares, para los gozos supremos y horribles, para los sufrimientos más espantosos y eternos. Sin embargo, no siendo suficiente la creación metafísica de los lugares de premio y castigo y fue necesaria la creación del derecho para castigar los actos delictivos que cada sociedad determinó.

Entre la moral y el derecho existe una diferencia fundamental y que consiste en la objetividad de este último y la subjetividad de la primera. La moral teológica puede considerarse como la puerilidad de querer regular la conducta humana a través de mitos, cuentos bella u horriblemente construidos en la imaginación colectiva. Mientras no se deje a tras la fantasía como rectora de la vida el ser humano estará destinado a la manipulación más atroz que se tenga memoria.

Los teólogos deben dejar de ser tomados en cuenta como rectores de la vida humana y debe dejarse el paso a los científicos, filósofos y todos aquellos que tienen como base de su investigación lo objetivo y comprobable.
 

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