domingo, 28 de julio de 2013

ELASTICIDAD POLÍTICA Y LA VERDAD

                                  




En la política mexicana es muy difícil encontrar políticos que tengan como objetivo el bien común de la nación mexicana. Con la fractura y escisión del partido único como sistema de gobierno surgió una pluralidad de partidos que fueron creados por políticos surgidos del sistema que chocaron con el partido único o que no tuvieron cabida en él. En la partidización de la política necesariamente se ha seguido el mismo y único fin de fondo: servirse del erario, bienes y servicios públicos para hacerse ricos o por lo menos no vivir en el error. Se ha incorporado muchos políticos que han pasado de pobres a respetables políticos pudientes en todos los ámbitos. Estos en todos los partidos. Desafortunadamente los políticos de los partidos llamados de izquierda no han logrado soportar el brillo de oropel y se han lanzado a la loca carrera de salir del anonimato material y han conseguido encumbrarse como potentados de la política y de los bienes materiales. No han tenido el menor escrúpulo en servirse de la política para labrar carreras llenas de escándalo pero bien pagadas.

De esto, ha surgido una nueva casta de hijos de políticos que ahora se dan el lujo de estudiar en Universidades de renombre, nacionales y extranjeras, y que siguiendo el ejemplo de sus padres se han desbocado hacia la consolidación de su propio patrimonio material y político para continuar con dinastías de todo tipo. Basta con revisar la historia mexicana desde la revolución y darse plena cuenta que los hijos y descendientes de los que alguna vez fueron defensore4s dl pueblo han pasado la factura a sus descendientes para el cobro a la nación mexicana. Con los nuevos hijos de políticos que han conformado una nueva casta semi-divina basta con ver las sendas herencias que han recibidas de manera pública. Allí están  a la luz pública  actuando bajo la protección de sus padres y del sistema con toda impunidad.

A los políticos no hay que dejarlos actuar libremente sean quienes sean. No se debe luchar por personas en particular sino por cosas generales, comunes a la nación, a los continentes, a la humanidad para no crear falsos líderes y políticos que se encumbren sin tener valor real alguno. Que sea la virtud  plasmada en los hechos y actos la única diferencia entre los seres humanos.

A los políticos no les gusta la crítica porque imaginan ser iluminados y en virtud de ello, poder tomar decisiones libremente en lo que concierne a todos: La res publica, es decir la cosa pública o mejor conocida por Republica. Sin embargo, no tienen la mínima razón cuando vemos que son tan elásticos que se pueden fundir y confundir las más disímbolas formas ideológicas para seguir manteniéndose en el poder. Lo más vergonzoso es que la izquierda sea sirvienta ahora del priismo ora del panismo ora de su extravío. A los priistas ya los conocíamos y a los panistas no acabamos de conocerlos en sus vilezas. De allí viene la crítica a la actual izquierda por servir a intereses contarios al pueblo. No importa cuántos discursos lancen como justificación. No tienen la razón ni el derecho a transar con los votos que el pueblo llano les otorgó para erigirse como representantes del mismo. Con todo, la izquierda se ha envilecido tanto que ha quedado sorda y cuadripléjica. Ya no oye al pueblo y es incapaz de actuar en defensa del pueblo.

Los mexicanos como sociedad civil debemos tomar consciencia y actuar en consecuencia de este lamentable estado de la política y no dejar a los políticos tomar decisiones irresponsables. No importa que digan los políticos y cuanta actuación hagan para convencernos. Es bien sabido que los políticos tienen como fin la toma de poder que no de verdad. La verdad les es casi ajena. Decir político es decir mentira por antonomasia. La crítica y las acciones que se haga en contra de los políticos deben ser con la finalidad del bien común y no para el bien personal o de grupo.


Recordad que si bien se pueden tener amigos políticos y funcionarios públicos se debe como el filósofo ser más amigos de la verdad que de los propios amigos y maestros. 

                              

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