viernes, 5 de julio de 2013

ITALIA, FRANCIA, ESPAÑA. LA IRRACIONALIDAD COLONIALISTA



Francia, Italia, España y en general toda Europa, han dado a la Humanidad muchos y muy grandes pensadores. Sería ocioso dar nombres y logros en este rubro. Sin embargo, tal parece que ese tesoro mental logrado por sus grandes pensadores no ha permeado hacia sus gobernantes y recalco, gobernantes. Las naciones son harina de otro costal; a pesar de sus prejuicios de grandeza han ido gradualmente abriéndose a la diversidad humana y a veces (lamentablemente primero en sí y luego para sí y para los que los padecen), se cierran por ideologías ridículas.

Ya Hegel, el gran Hegel logró dar su sistema filosófico donde todo es racional. Ahora bien, si los europeos no logran quitarse sus feos prejuicios sobre la diversidad de seres humanos y sobre las relaciones políticas internacionales, flaco favor les hacen a sus pensadores más granados. ¿De qué se enorgullece hoy la vieja Europa?, de servir como El Santo Oficio de los Estados Unidos de Norteamérica, por un caso de libertad.

Al no permitirle a Evo Morales sobre volar los espacios aéreos de Italia, Francia y España se muestran como viles sirvientes de un gobierno imperialista que muestra en el discurso toda clase de libertades pero que en la realidad practica el terrorismo disfrazado de justicia.

Se les olvida a los gobiernos, italiano, francés y español que los pueblos de Latinoamérica ya no son siervos, ni colonos de sus tiránicos gobiernos. Los gobiernos colonialista de Europa deberían disculparse no solo por el caso de Evo Morales sino por todas las atrocidades, robo, asesinatos, explotación humana y de todos los recursos naturales, minerales y de todo tipo que saquearon de estas tierras durante siglos e impunemente.


Latinoamérica no volverá a caer ante ninguna potencia. Aquí también hay un saber total que se ha formado desde hace siglos y que tiene consciencia en sí y para sí. En lugar de verse racionales, los gobiernos serviles, a Obama, se han visto ridículos y a la ridiculez le han sumado la soberbia inadmisible.

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