Es una verguenza que los políticos se desgarren las vestiduras públicamente respecto a los atentados, asesinatos, secuestros y violencia en general que dicen sufrir de manera indiscriminada. Es bien sabido que en los políticos afloran las mas bajas pasiones en pos de lograr tener un puestos publico. El fin de los políticos no es, el bien común del pueblo sino que tienen fines partidistas, de sector, de clase y particulares.
En su lucha por obtener el poder político no tienen empacho en transgredir el Estado de Derecho y en no pocas veces cometer toda clase de trapacerías y delitos. La clase política goza de cabal impunidad. No están sujetos a las leyes vigentes de cualquier índole.
Es ridículo que los presidentes de los partidos PRI, PAN y PRD salgan a condenar los delitos cometidos en contra de sus miembros y candidatos a puestos de elección popular. Quienes sino ellos son los que se agreden en todos los ámbitos y quienes sino ellos son los que ambientan la escena para la comisión de delitos y quienes si no ellos son los que cometen esos delitos de que se duelen. Esa hipocresía es inadmisible. Seria conveniente y hasta sano que los políticos dejen de darse baños de pureza, honestidad, moralidad, ética y congruentes. Ellos son los responsables del lamentable estado en que nos encontramos; esos gracias a sus ambición desmedida, a su ignorancia sempiterna e incorregible.
No debemos permitir ese grado de política tan bajo y como ciudadanos debemos ponernos en acción política para acotar la desvergüenza que derraman los políticos.
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