Un
Dios, cualquiera, omnipotente, omnipresente, sabio y amoroso que tenga
constantemente la necesidad de adoración, rezos, postración, sacrificio, confesión
y ritos públicos y privados bajo su observación rigurosa y celosa; con la constante
amenaza de las más terribles penas, se pone inmediatamente en profunda sospecha
y pone bajo la misma sospecha a sus fieles seguidores. Por ser todo poderoso no
tendría la menor necesidad de los halagos y atenciones de seres mortales; tampoco
tendría necesidad de amor en virtud de ser él, amor puro. Un Dios tal, estaría
en todo lugar por lo cual, no dejaría el mínimo espacio de privacidad para los
seres mortales; en todo momento la vida sería incomoda. ¿Qué necesidad tendría
un Dios para disminuir a los disminuidos seres humanos?. No es de sabios dioses
estar enmarcados en situaciones bochornosas de semejantes necesidades ni
aniquilar lo que, por sí mismo va a perecer.
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