Las religiones monoteístas usan las creencias de un solo Dios
bueno, eterno, amoroso y omnipotente para descalificar a priori las demás creencias. Esto no basta y entonces, se hace
toda una campaña maniquea (principios, del bien y el mal en constante lucha), en
donde el Dios cristiano es el verdadero (principio bueno) y todos los demás son
Dioses falsos (principio malo). Por lo general el cristianismo pone al Diablo
como lo malo sin llamarlo principio pero que no hay duda de que, para efectos prácticos
se toma como principio malo con sus variantes. El maniqueísmo coincide con el
cristianismo ya que ambas religiones desprecian la vida, lo material y ponen de
relieve lo espiritual.
Todas las religiones son interesantes por su incesante búsqueda de
respuestas místicas sobre la vida pero, son nocivas por sus prácticas realmente
disparatadas, llegando al fanatismo y la lucha a muerte para con los
disidentes. Millones han muerto por no creer en las invenciones divinas.
En todo tiempo ha sido el peor pecado y error factual el ir en
contra de las creencias ciegas establecidas. Los Dioses en todas épocas han
sido intocables y generalmente la consecuencia en no creer en ellos, es, la
muerte. Sin embargo, los dioses como invenciones humanas tienen vigencia
mientras existen creyentes; terminadas las creencias ciegas los dioses se van
al cementerio del semi-olvido y allí vagan como sombras y solo reciben visitas
de los historiadores, arqueólogos y sus psiquiatras; también los dioses
enloquecen.
Los dioses de Babilonia eran todopoderosos, los dioses egipcios hacían
de las suyas, lo mismo pasaba con los dioses griegos y romanos y en general,
todos los pueblos han tenido, con variantes, a sus dioses como los únicos todopoderosos.
En México ¿Quién podría dudar de que Huitzilopochtli era el dios
de la guerra y todopoderoso encargado de mantener la vida?. En este contexto
las creencias cristianas no tienen mayor credibilidad sobre las demás religiones.
La única diferencia entre el cristianismo con las demás religiones es la
vigencia; el cristianismo está vigente, las demás tuvieron su vigencia. Para
efectos de conocimiento, de filosofía, de la verdad el cristianismo esta al
mismo nivel (y eso quizá sea un exceso), de las demás religiones: pura fe
ciega.
Es evidente que los científicos y filosóficos estos también creen
en sus conocimientos, sería absurdo que no lo hicieran pero lo hacen con base
en la razón, la lógica, la ciencia, es decir, los hechos comprobables; su fe no
es una creencia ciega sino con bases. Por el contrario, los teólogos de todas
las épocas creen ciegamente en una divinidad nunca comprobable por ningún medio.
Esta falta de comprobación ha tenido que tomar las armas en contra de los
infieles o herejes, sembrando masacres por doquier.
Ahora bien, el cristianismo gradualmente va perdiendo vigencia y
esa preocupación lleva a constantes evangelizaciones entre los pueblos más
ingenuos. Hoy día, el Vaticano ha puesto su mira en Latinoamérica. México fue hace
poco más de cuarenta años el preferido con la frase pomposa “México siempre
fiel” y que el pueblo se creyó. Brasil y Argentina son importantes para el
Vaticano, llevando la ventaja este último por ser patria del actual Papa.
Otra ventaja tiene el cristianismo y que otras religiones ya
abrogadas no tuvieron; ser manejadas como cualquier otra trasnacional. La
estructura piramidal del Vaticano con un gerente general (el Papa), subgerentes
regionales, nacionales hasta llegar al sacerdote más modesto es todo un
entramado bien construido de recaudación y de control social. Los niños creen
en “El Coco” los adultos Dios, en santos, vírgenes, ángeles, querubines, arcángeles
y demás; es decir, la mentira se multiplica. Las mentes infantiles no necesitan
mentiras complejas, las de los adultos sí. En la medida con la que los seres
humanos crecen necesitan ser iniciados en los misterios religiosos; es decir,
gradualmente se van haciendo más complejas para que mantenerlos atrapados entre
la bruma.
Si se comparan los logros positivos de la ciencia contra los
logros positivos de la teología rápidamente se puede ver que en tampoco tiempo
la primera ha sobrepasado a la segunda y quieran o no, han tenido que aceptar
que, aunque sigan combatiendo a la ciencia, es esta la que ha iluminado al
mundo y no la pretendida luz divina.
La ciencia como producto humano no pretende ya ser absoluta ni
infalible. Por el contrario, es bien sabido que la ciencia ha tenido que hacer
diversas revisiones de sus logros y otras tantas correcciones. Por el contrario
la teología en todo momento pretende el absolutismo y la infalibilidad y ha
fracasado estruendosamente. No obstante lo anterior, se debe permitir que las
personas sigan creyendo en las ideas teológicas vigentes; solo los individuos pueden
prescindir de la metafísica teológica, las masas están impedidas.
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