En
México impropiamente se ha llamado, hasta ahora, poderes a los órganos que
ejercen la soberanía popular (Ejecutivo, Legislativo y Judicial) en detrimento del pueblo y en beneficio de los
tiranos. Sin embargo, dichos poderes no lo son sí mismos poderes sino órganos constituidos
para ejercer el poder soberano del pueblo, es decir, derivados, constituidos, nunca originarios. Sostener lo contrario es estar en
contra del pueblo. Es hora de comenzar a componer lo público.
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