El
Derecho avanza de manera muy lenta y de forma amorfa en detrimento de los
ciudadanos y en provecho de los gobernantes. Las causas de este lento y dispar
avance es, que en la Universidades se investiga poco y mal la ciencia jurídica,
en virtud a que tienen como principal misión la reproducción del actual Derecho
y la producción masiva pero raquítica en conocimientos de profesionistas; en
los juzgados los funcionarios están tan atareados con la impartición de
justicia que se sigue el mismo patrón de lentitud desesperante y de
contradicciones garrafales. En los juzgados se ha fragmentado el conocimiento
del Derecho y su práctica se ha reducido hasta el mínimo que no puede menos que
producir funcionarios inútiles. El Oficial Mayor tiene como principal trabajo
el de recibir escritos y custodiar los expedientes; los Secretarios de Acuerdos
repartir el trabajo a los escribientes; estos, realizar los acuerdos bajo
esquemas ya hechos, es decir, en formatos; los Secretarios de Estudio y cuenta
de realizar las sentencias; los Diligenciarios la responsabilidad de emplazar a
los demandados y notificar a las partes; los Comisarios el de llevar la
correspondencia y oficios y el Juez de avalar ese trabajo tan deficiente. Todo
esto bajo un marco rígido y falto de dinamismo y al servicio del órgano ejecutivo;
los jueces se convierten en jueces de consigna, sujetos a la voluntad de los
gobernantes.
Por
si fuera esto poco los litigantes y abogados no tienen como fin el de lograr
justicia sino el de comprar la justicia; conseguir comprar la voluntad de los
jueces. Ante este lamentable estado es injustificable las quejas que se emiten
por todos lados. Hay una responsabilidad y culpabilidad general. Como en otros
rubros, en la impartición de justicia, esta se solicita a gritos pero ninguno
quiere ceñirse a la justicia sino a sus pasiones e intereses.
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