Rafael
Moreno Valle ya no haya como salir del problema que él, mismo generó y que dio
como resultado la muerte del menor José Luis Tehuatlie, como en otros casos en
donde las autoridades son señaladas como responsables de crímenes o grandes
desatinos; el gobierno de Puebla ha tomado como estrategia en la investigación,
la consabida receta de enmarañar y confundir todo a efecto de que los hechos no
se esclarezcan nunca. Este es el caso que nos ocupa. Véanse las declaraciones
del gobernador, del procurador, los dictámenes de los peritos y las actuaciones
de todos los que intervienen por parte del gobierno y se verá indiciariamente
que tienen la consigna de no esclarecer la muerte del menor.
Ahora
bien, por otro lado, es viejo y conocido el refrán que dice “A río revuelto
ganancia de pescadores”, en este caso bien se puede sustituir el término
“pescadores” por “políticos”. En efecto, se ha tratado de maquillar la búsqueda
de beneficios políticos por parte de partidos y de manera individual la muerte
del menor, tratando de hacer parecer que se busca la justicia cuando en
realidad se buscan los ya mencionados beneficios políticos que darán como
resultado beneficios económicos.
Los
priistas, panistas y perredistas tienen en la mira a Rafael Moreno Valle, no
con miras a lograr la justicia por la muerte del menor y resarcir los daños
materiales a la madre (cosa imposible en la relación filial), sino con el ánimo
de venganza y de minar la precandidatura que estaba construyendo el gobernador
(por el momento detenidas) con miras a las elecciones presidenciales del 2018.
Esto es deleznable.
Se
ha creído erróneamente que el Derecho es pura y vil triquiñuela; sin embargo,
en el presente caso nos da a luz sobre el tema vital y el tema vital es la
muerte del menor. Para el Derecho el primer bien protegido lo es, la vida
humana y en segundo lugar la propiedad y así sucesivamente. El Derecho tiene en
primerísima estima la vida, es decir, valora la vida de manera absoluta y en
esto concuerda con la Ontología, para esta la vida es absoluta, independiente y
de ella dependen todas las demás regiones del ser: los objetos reales, los ideales
y los valores. Claro la filosofía lleva a un plano más amplio y profundo la valoración
de la vida; sin embargo, para el presente, ambas coinciden en que la vida es
primero; el Derecho desde el ámbito de la justicia y la filosofía desde la
radicalidad de la vida, ente primario.
Los
actores primarios dentro de esta tragedia (El gobernador y sus detractores políticos),
han preferido hacer uso de los anti valores y de los valores utilitarios por
encima de los valores primarios que conlleva la vida. Sabemos que la vida ente metafísico
cuando se pierde ya es irrecuperable y de allí nos viene su estima primaria con
justa razón. No se crea que no hay quienes busquen la justicia pero, a menudo
son los menos con recursos mínimos, a diferencia del gobernador y sus oponentes
políticos que cuentan con el erario para hacerse la guerra. Ni se diga de la
madre afectada, es bien sabido que no cuenta con los recursos económicos ni
materiales para exigir justicia. Ahora bien, la falta de recursos económicos y
materiales no significa que no intuya claramente los valores vitales. Radicalmente
expreso que a ella no le interesaban los ofrecimientos materiales que anunciaba el gobernador públicamente en una entrevista. Ni tampoco se puede decir que no intuye
los valores morales base de la ética que mostró cuando Luis Arturo Cornejo (con
todo el aparato a su cargo) la asedio queriendo sembrar falsas impresiones
sobre la muerte de su hijo, y en primer y último caso, queriendo culparla a
ella y a los pobladores de San Bernardino Chalchihuapan, Puebla para exculpar
al único responsable de la muerte de su hijo. A pie firme, con la mente clara a
pesar de la perdida de su hijo se sostuvo en la verdad de su dicho. Para
quienes litigan y saben lo que es tratar y enfrentarse a este tipo de cosas y casos
saben bien lo que esto representa. Quizá en todo este entramado la única persona
íntegra sea la señora Elia Tamayo, de ella, no se duda de su integridad y de su
intuición infalible para estimar los hechos.
Si
algo les queda de sana valoración a los responsables de la muerte del menor y a
los encargados de esclarecer los hechos deben olvidar el río revuelto y volver
a la senda de la sana valoración de los hechos y aplicar los valores correspondientes
para rectamente aplicar la justicia. Lo contrario sería una respuesta cínica, es
decir, desvergonzada y seguirán con ese apetito de perro (cinorexia) por el
poder a toda costa.
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