El
liberalismo surgió como teoría y práctica antagónica del feudalismo. En el
feudalismo la clase noble era la clase preponderante que alegana a su favor el
derecho divino. La ilustración quiso que el ser humano fuera capaz de
gobernarse por sí mismo, a través de la razón y sin autoridad alguna. Nunca se alcanzó
tal ideal. La burguesía postulaba la libertad e igualdad entre los seres
humanos mientras fraguaba inexorablemente su supremacía en los Estados-nación,
en donde la democracia no existe en su sentido más radical y profundo. En esta
etapa el Estado tiene como uno de sus fines proporcionar a los pueblos el mayor
bienestar posible. El ser humano domina ya la naturaleza.
La
caída del Socialismo real dejó el camino libre para que el liberalismo tomara
un nuevo impulso y una nueva máscara, se le llamó Neoliberalismo. El Estado se
vuelve un instrumento de dominación casi absoluta de la burguesía. Ahora se
concentran grandes capitales bajo sociedades anónimas para dominar la producción
y consumo de bienes y servicios. Por lo pronto y en buena medida han desaparecido
los rostros de los dueños del dinero, los verdaderos amos del mundo han
desaparecido de la escena y se mueven en el anonimato. El consumismo sin
sentido se entrona como fin único de los seres humanos. La devastación y destrucción
del planeta tierra es el sello característico de este periodo. El Estado ya no
sirve a los pueblos.
México
es un caso particular en donde el Neoliberalismo ha tomado una forma grotesca. La
legalidad está destinada a mantener el empobrecimiento del pueblo y los más
ambiciosos pueden hacer su agosto de lo público sin ninguna responsabilidad. Ahí
está el caso emblemático de Pedro Joaquín Codwell, quien es dueño de
gasolineras y al mismo tiempo Secretario de Energía. Dirán que este es un caso aislado;
sin embargo, es bien sabido en México que los políticos y gobernantes se han aliado
a los dueños del gran capital para saquear legalmente lo público, haciéndolo privado.
El agotamiento de los recursos naturales, minerales, la fauna, la flora y el envenenamiento
de los mantos acuíferos es el resultado de esta política económica con
desastrosas consecuencias para el pueblo.
Las
reformas estructurales que tanto cacarea el actual gobierno no es otra cosa
que, todo un paquete de impunidad para saquear y todo lo público sin castigo
alguno porque se habrá hecho bajo la legalidad; claro, una legalidad a modo.
Esto no es ni Liberalismo ni Neoliberalismo sino Libertinaje puro. Libertinaje
revestido de legalidad y democracia. El actual gobierno hace todo esto bajo la más
absoluta discreción sin arredrarse ante los cuestionamientos que le hacen
intelectuales y los pocos políticos honestos, para todo tiene un distractor y
un ejército bien organizado de informadores en todos los medios de comunicación
que cubren cualquier acto ilegal o moralmente condenable con notas absurdas
pero eficaces.
Por
ahora el gobierno federal trata de imponer las leyes secundarias de las
perniciosas reformas estructurales con el nuevo opio del pueblo: el fútbol. El
Liberalismo fracasó, el Neoliberalismo fracasó y el Libertinaje mexicano como
forma de gobierno busca triunfar aun en contra de los intereses del pueblo. Los
órganos del Estado (Legislativo, ejecutivo y Judicial) están al servicio de los
políticos en el gobierno en turno, es decir, el gobierno federal tiene el poder
soberano para gobernar a su antojo, las leyes a modo para hacer todo en
aparente legalidad y la ley del garrote para enviar a sus detractores a las
prisiones.
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