viernes, 30 de mayo de 2014

LA ENSEÑANZA DE ODISEO



 
De común, se ha creído, que la filosofía debe de tratar, únicamente, de los grandes temas que han preocupado y ocupado a los seres humanos; sin embargo, no solo las grandes tareas titánicas que atraviesan siglos deben ocupar a los filósofos sino también aquellos temas que son tenidos como fabulosos. Ahí está la vida de Odiseo. Luchó por llegar a su reino sin importarle cosa alguna y lo logró. Vida plena.

Llega un momento en la vida en que los seres humanos sienten un deseo ardoroso por cumplir un solo objetivo en su vida, sin importar todos los obstáculos físicos, geográficos, humanos, de amor y odio, de guerra y perfidia y todo lo que trata la vida. No se conforman hasta alcanzar su único objetivo. De allí el destino puede ser cualquiera pero, no antes. Póngase como ejemplo las vidas de Napoleón Cesar, Nietzsche o cualquier otro; después de triunfar sus naves correspondientes viraron hacia otro rumbo y destino final pero, ya lo verdaderamente importante estaba hecho. No les agrego ni les disminuyó un ápice la posteridad.  

Los verdaderos filósofos un día deberían sentir ese deseo irrefrenable de lanzarse a la mar con el único objetivo de ensanchar los límites de su conocimiento sin importar todos los trabajos y peligros; sin importar la soledad y más que la soledad. Debe partir de lo seguro hacia lo desconocido acompañado de sus luces de navegación, de su amor y su locura. En fin, no debe echar nunca raíces y en caso de haberlas, debe arrancarlas de tajo y partir para nunca volver. 

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