En
México el peculado (la apropiación de lo público que se tiene deber de bien
administrar), es un delito no grave y como no es grave los gobernantes y políticos
se dan día a día un banquete; a sabiendas que saldrán libres.
La
clase política de todos los partidos se han puesto de acuerdo para que el
peculado no sea grave, es decir, se han vacunado contra de la aplicación de la
ley. Aquí reside la base de la corrupción ya que al saberse que no es grave se
deja en libertad y hasta se fomenta el delito de peculado. Se sabe públicamente
que la gran mayoría de políticos mexicanos entran a la política para hacer de
lo público un botín. Y, cuando llegan se dan cuenta plena que han llegado al paraíso
de la impunidad. El resultado es una clase política corrompida que simula la aplicación
de la justicia para ellos.
El
delito de peculado debe ser grave; primero, para frenar este delito
generalizado, que lo practica desde el presidente de la Republica hasta el
presidente del municipio más pobre de México; segundo, para imponer la
legalidad y la justicia en el ámbito político; tercero, por la simple razón de
que es el erario es del pueblo y no a disposición de unos pocos; cuarto, para
empezar a combatir efectivamente la corrupción.
Esta
debe ser una exigencia popular. Un día si y el otro también, nos enteramos de
peculados que rondan cantidades como $38,000.000.000.00, $20,000.000.000.00 en
los mejores caso o solo $10,000.000.00 para presidentes municipales en una sola
operación delincuencial.
Ahora
bien, no se crea que con solo legislar que el peculado sea delito grave ya se solucionó
el problema; no, el político mexicano tipo, es un experto en mil artimañas para
hacer de la ilegalidad una impunidad. Es menester que el pueblo este en todo
momento vigilante y exigente en la aplicación de la ley penal y aun, así los políticos
y gobernantes no cejaran en sus intentos de allegarse ilegalmente lo público.
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